En un mundo donde escuchamos, leemos y vemos actos de crueldad, cabe preguntarnos: ¿qué sucede en el ser humano en su máxima expresión de barbarie? Se refleja la actitud de la persona o grupo que actúan fuera de las normas de cultura, en especial de carácter ético, y son salvajes, crueles, faltos de compasión hacia la vida o la dignidad de los demás.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la violencia como el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho como amenaza contra uno mismo, otra persona, un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones.

El tipo de violencia según las características de los que comenten el acto son: violencia auto infligida (comportamiento suicida y autolesiones), violencia interpersonal (violencia familiar que incluye menores, pareja y ancianos; así como violencia entre personas sin parentesco), violencia colectiva (social, política y económica).

La naturaleza de los actos violentos puede ser: físico, sexual o psíquico. El crecimiento de la violencia y la inseguridad ciudadana es un fenómeno social de gran trascendencia que está afectando la vida de las personas a nivel mundial.

Otro ámbito relevante podría ser catalogado como aquel que se ocupa de entender el “temor y el miedo” que algunas veces hacen una distinción artificial entre los aspectos objetivos (la victimización) y los subjetivos (las percepciones ciudadanas) involucradas en el entendimiento del fenómeno delictivo y/o violento y sus secuelas. Hay violencia incluso en lo más cotidiano, insultos, peleas, agresiones, tonos violentos…padres que se enfrentan en una pelea en un partido de fútbol de sus hijos, tonos agresivos en “prime time”.

María José Aguado, catedrática en la Universidad Complutense de Madrid sostiene que la violencia no surge de la nada, quienes más a favor de la violencia vivían situaciones familiares, escolares y de ocio más agresivas.

En la violencia social existen múltiples formas siendo algunas de ellas, la violencia doméstica, las agresiones racistas y/u homófonas, los ataques terroristas, los secuestros, asesinatos u homicidios, las agresiones sexuales, el vandalismo, el acoso escolar o laboral. La violencia puede originarse en contextos muy diferentes y diversos, siendo incitada por la interacción de una gran cantidad de variables. Algunos de dichos factores son: La percepción de desigualdad, donde la violencia es ejercida en condiciones que los individuos perciben la existencia de inequidad, esta percepción puede estar detrás de fenómenos de masas tales como motines o revueltas. Amenaza a la propia posición, uno de los principales motivos para ello es la consideración de que el propio poder se encuentra amenazado. El ejercicio de poder por parte de otros puede ser considerado como incompatible con la autonomía y el propio poder, con lo que el individuo o grupo se ve frustrado y busca aumentar el control propio de los demás a través de la violencia. Por otro lado, la idea de que hay una entidad externa a la sociedad que pone en riesgo su estabilidad suele ser usada como excusa para emprender medidas agresivas de control de la población, con tal de evitar este peligro se puede comprometer el bienestar de minorías. 

La exclusión social es por sí misma un factor importante a la hora de explicar algunos actos de violencia social. La sensación de no ser considerado por el conjunto de la sociedad como parte de ella genera frustración e ira respecto al mundo y los que los rodean. Actos vandálicos, robos, son algunos de los tipos de violencia que suelen ser generados por este factor. Una educación rígida y restrictiva, dado que los patrones educativos tienen una gran importancia, una educación de este tipo puede provocar que la persona sea incapaz de flexibilizar sus puntos de vista e incita a pensar que la forma de hacer a la que el sujeto está acostumbrado es la única o la más válida.

Los efectos de la violencia social, al igual que sus causas pueden ser múltiples y variados. La persona o institución agredida puede sufrir una profunda sensación de humillación e incluso el fallecimiento de la parte violentada. Uno de los riesgos de la violencia social es que a menudo es minimizada, a través de mecanismos como la habituación, insensibilización, invisibilización y normalización.

Martin Luther King, cita lo siguiente: “El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición de la existencia. Se le otorgó una conciencia y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro”.