A 37 años de la Nueva Democracia , y completando un 2020 muy complicado, algunos balances se dibujan por sí mismos , y sofocan de solo verlos.

Al fin y al cabo, las pretensiones de buena parte de la sociedad son simples: vivir con dignidad, en paz y con posibilidades reales de progresar y mantener a una familia en un clima de amor y armonía comunitaria. Y justamente son las diferentes instituciones las responsables de conducir estos procesos que invariablemente deberían desembocar en un mayor bienestar general.

Sin embargo, y en este contexto fácil de comprender, el Poder Judicial, definitivamente no levanta cabeza. Ocurre que más allá de la renovación generacional, con muchos jueces jóvenes honestos y capaces, los botines se cuentan arriba y allí prevalecen magistrados obsoletos que parecieran defender intereses sectoriales, incluso alejados de principios básicos del Estado de Derecho.

La actual Corte Suprema es la misma que apañó a un juez armador de causas como el fallecido Claudio Bonadío, con su Sancho Panza, el fiscal Stornelli; es la Corte que nada dijo sobre la aplicación de una insólita doctrina Irurzun sobre las prisiones preventivas; es la de las escuchas ilegales y la mediatización de grabaciones que supuestamente eran pruebas que no se podían difundir; es la que hizo la vista gorda frente a causas “raras” como la de las fotocopias de los cuadernos de Centeno ( y la sigue haciendo). Es la misma Corte que imprime agilidad en la resolución de algunas cuestiones, mientras cajonea muchas otras; es la que admite un per saltum para satisfacer exigencias de mandatos externo y de Comodoro Py, mientras en solo cuatro líneas no fundamenta la condena al ex vicepresidente Amado Boudou. Estos son sólo algunos de los eventos recientes, que claramente cuentan con el apoyo de los “ganadores” pero que resultan obscenos para el resto de los argentinos.

En el Sistema Democrático, las funciones están claramente delimitadas. Después de todo lo vivido en las últimas décadas, no es difícil ver quienes se comportan respetándolas y quienes, mientras hacen flamear la banderita, patean en contra. Por lo tanto, muchos de los que en otros tiempos jugaban al distraído sin ser vistos, ahora quedan en evidencia

Dificílmente el Gobierno Nacional tenga intenciones de buscar la remoción de todos o algunos de los cortesanos, pero personalmente creo que la actual Corte no puede seguir en el modo “hago lo que se me canta”. Probablemente nos acerquemos a un final de época , y tal vez, una ampliación a nueve integrantes sea una alternativa válida , para intentar oxigenar una Corte y un Poder cada día más alejados del pueblo.