El anuncio por parte de Google comienza con una apelación sentimental, un auténtico golpe al corazón: “Hace más de cinco años que lanzamos Google Fotos y, desde entonces, se ha convertido en algo más que una aplicación para gestionar tus fotos. Es el lugar al que acudes cuando sientes nostalgia y te apetece recordar. En Google Fotos se alojan más de 4 billones de fotos y vídeos, entre ellos los tuyos, y cada semana se suben 28.000 millones de fotos y vídeos nuevos”.

Y como ya sabemos, ganarse el corazón de una persona suele ser el camino más corto para llegar a su bolsillo. Acto seguido el comunicado devela el zarpazo: “A partir del 1 de junio de 2021, todas las fotos y vídeos nuevos de los que hagas una copia de seguridad en alta calidad se tendrán en cuenta en los 15 GB de espacio de almacenamiento incluido con tu cuenta de Google o en el espacio adicional que hayas comprado, igual que sucede ya con otros servicios de Google como Google Drive y Gmail”.

¿Qué implicancia tiene este cambio para los cientos de millones de usuarios de este servicio en el mundo? De alto impacto.

Es que como bien dice el aviso que Google nos envió a todos sus usuarios-clientes, en los últimos cinco años todas nuestras fotografías y videos han generado una copia de respaldo en los servidores del gigante. Esto permitió que perder un celular fuese menos dramático ya que al menos todas nuestras imágenes vuelven a estar accesibles en cuanto ingresamos nuestra cuenta de Gmail en el nuevo móvil. Y se volvió costumbre, hábito, instinto, inconsciente, como respirar, solo que ese “aire” son clusters en discos rígidos en data centers de la empresa y Google ha decidido que ya no será gratis.

¿Está Google en su derecho de cambiar las condiciones de un servicio que presta? Por supuesto que sí.

¿Es leal para con sus usuarios? No lo sé Rick.

Lo que más ruido hace de esta decisión es pensar quiénes son los usuarios que a partir del 1 de junio agotarán rápidamente sus 15 Gb gratuitos con fotos y videos para semanas después, verse en la disyuntiva de tener que pagar por utilizar lo mismo que antes no le significaba costos. Veamos.

Las grandes empresas ya son clientes de Google, en su gran mayoría utilizan varios de los servicios que ofrece. Lo mismo sucede con los gobiernos de todos los niveles, al menos en gran parte del mundo occidental. Luego tenemos las ONGs y las PyMes, ni hablar, cada vez más ávidas consumidoras de los productos de la marca que hoy es considerada como la mejor del mundo (según el ranking recientemente publicado por YouGov).

Más abajo estamos los “heavy users”, consumidores individuales que hemos almacenado gran parte de nuestra vida en la nube (la de Google, obvio) y que por tal motivo hace tiempo que hemos contratado espacio de almacenamiento en Drive.

A todos los mencionados hasta aquí probablemente no les signifique un cambio sustancial lo anunciado por la compañía, a lo sumo un par de dólares más en su abono anual, no mucho más.

Entonces, ¿a quién afectará realmente? A la gente, al pueblo, a doña Rosa. Google sale a recaudar en los sectores de trabajadores y en aquellos segmentos que se ubican en la base de la pirámide socio económica. Son esos grupos los que aún no son clientes de la firma, más allá de haberle entregado todos sus datos, claro está.

¿Era necesario Google?

Sí, lo sé, la recaudación será monstruosa.

No más preguntas.