Por @mlmarchini *

Corrían los 90 y en un programa de un incipiente canal específicamente deportivo, TyC Sports, el negro Fontanarrosa y Rafael Bielsa discutían sobre las bondades y los excesos del clásico rosarino entre Rosario Central y Newell´s. Ante la pregunta del feroz antagonismo existente, el caricaturista le bajó el precio a la disputa y agregó: “fíjate lo que ocurre en Córdoba, la tercera posición de Instituto o Racing, no fue positiva para nuestros amigos cordobeses”.

La comparación del padre de Inodoro Pereyra no aludía a la creación geopolítica del General para diferenciarse de los yankis y marxistas. Reveló la espina histórica de nuestro fútbol. No poder trascender en el mapa nacional, a pesar de representar a la segunda provincia con un poderío agrícola e industrial díficil de igualar. La analogía no involucraba a los dos máximos exponentes de Santa Fe, Colón y Unión.

La falta de un título de primera división, sumada a la inestabilidad permanente para poder sostenerse en primera, son los efectos de un problema mayor. La diversidad expuesta ha conspirado no sólo contra las posibilidades de ganar. También derivó en la quiebra institucional de Talleres y Belgrano.

"Reveló la espina histórica de nuestro fútbol. No poder trascender en el mapa nacional, a pesar de representar a la segunda provincia con un poderío agrícola e industrial difícil de igualar."

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UN POCO DE HISTORIA

La configuración geográfica del fútbol argentino explica también una parte distintiva de la problemática mediterránea. A diferencia de los representantes santafesinos, somos hijos no reconocidos para la AFA. Cargamos el mote de clubes indirectamente afiliados. Conviene destacar que hasta el año 1967, los equipos del mal llamado “interior” no tenían lugar alguno en la competencias de primera división. Debían renovar año tras año esa condición. La irrupción de los viejos torneos Nacionales, posibilitó la instancia de competir con los mejores, pero las plazas eran de las ligas, no de las instituciones.

El año 1979 marcó un quiebre con la promulgación de la Resolución 1309. La controvertida normativa impuesta por la AFA, en el contexto del Terrorismo de Estado, contemplaba la chance de disputar los campeonatos de primera para todos aquellos equipos que llegasen al menos dos veces a la fase final del Nacional. Un verdadero traje a medida para Talleres que era el único que reunía dichas condiciones. Más allá de las controversias, la institución de barrio Jardín venía promoviendo un fenómeno deportivo y económico: desde 1974 a 1978 clasificó a todos los Nacionales realizando campañas brillantes y recaudaciones récords, muchas veces superando a Boca o River en las boleterías. Su entonces presidente, Amadeo Nucetelli, se quejaba de la situación aduciendo que la estructura financiera del club requería su inserción en la esfera metropolitana. Incluso Talleres realizó giras por el exterior en Atenas, Estambul, Málaga, Los Angeles y hasta Zaire para sostener una estructura que demandaba hasta tres millones de dólares anuales. Al no encontrar eco para su pretención, Amadeo fue más allá y generó un movimiento insurrecional con la creación de una Liga del interior.

La Copa Hermandad se disputó solamente en el año 1977 y la ganó Talleres. El certamen fue imaginado y organizado para presionar a la AFA y reclamar una mayor apertura para el interior. No faltaron las voces que aseguraron también una intervención directa de Luciano Benjamín Menéndez en la esfera futbolística con la 1309. El amo y señor del Terrorismo de Estado en Córdoba era un confeso fanático de la T. Julio Humberto Grondona comenzaba su presidencia en la AFA y realizó una jugada inteligente con la normativa: satisfizo el interés del club cordobés y descabezó el incipiente movimiento del interior. Hasta el día de hoy continúan las voces criticando la actitud de Nucetelli. Lo acusan de traicionar el verdadero espíritu de la movida, que hubiera federalizado en serio el fútbol en nuestro país.

 Luego, Racing e Instituto también ascendieron por el mismo camino. Sólo Belgrano debió esperar casi una década para subir a primera luego de ganar el Torneo Regional del año 1986, un año después de la derogación de la 1309.  Sin embargo, cuando cualquiera de los más de mil clubes indirectamente afiliados caen de la segunda categoría, como le ocurrió a Talleres por ejemplo, pasan a disputar los torneos federales. Casi una contradicción u oximorón con el centralismo flagrante del país.

"La configuración geográfica del fútbol argentino explica también una parte distintiva de la problemática mediterránea. A diferencia de los representantes santafesinos, somos hijos no reconocidos para la AFA. Cargamos el mote de clubes indirectamente afiliados."

Europa y Brasil muestran que la organización puede extenderse en múltiples direcciones. Los grandes centros urbanos de Inglaterra, España, Italia o Alemania, díficilmente tengan más de un equipo representativo. Aquí, más del 60% de los participantes, están en el AMBA.

La ciudad de Córdoba no polariza únicamente entre Belgrano y Talleres. La irrupción de Instituto y Racing, significó compartir posibilidades económicas y deportivas. La sostenibilidad financiera se multiplicó por cuatro.

La década del 90 fue pródiga en emociones para nuestro fútbol y para Talleres. Las victorias en sendas finales frente a Instituto, en 1994, y Belgrano, 1998, le permitieron a sus hinchas dos marcas históricas, imposibles de olvidar. Sin embargo, también sufrió los desmanejos económicos e institucionales, en la provincia que se aprestaba a finalizar el ciclo de hegemonía histórica de la Unión Cívica Radical. Ramón Buatista Mestre había heredado en 1995 una situación en llamas luego de tres períodos consecutivos en el poder, reforma constitucional mediante, de Eduardo César Angeloz.

Hablemos de Córdoba: "Córdoba FC"

Una noche, en Over Night, bar paradigmático en Nueva Córdoba, me encontraba tomando un café con el entonces tesorero de la T, Fernando De Souza, y en otra mesa lindante se encontraba el entonces gobernador, el “Chancho” Mestre. El encargado de administrar las flacas finanzas de la entidad de barrio Jardín, giró su cabeza en dirección al Gober y preguntó: “sabés por qué Atenas, por el club de básquet, acumula títulos y no tiene problemas económicos?”. Antes que pudiera responder, concluyó: “porque es uno sólo. Mestre solucionó el problema y cortó por lo sano. Le otorga 850 mil dólares por año a un proyecto exitoso y ganador. Si nos tiene que dar a nosotros, después también debe financiar a Belgrano, Instituto, Racing y hasta General Paz Juniors, no vaya a ser que se le encule el Gallego, por José Manuel De La Sota, conspicuo hincha del Albo cordobés”.

Existe una mitología bastante desarrollada que emparenta a Bahía Blanca como la capital del básquet en Argentina. El notable entrenador del Seleccionado Argentino, Rubén Magnano esboza una sonrisa entre pícara y desafiante cuando escucha esa máxima. Ahí nomás, pregunta:”¿cuántas Ligas Nacionales ganaron en Bahía Blanca”?.

El técnico cordobés llegó a dirigir a la Generación Dorada, luego de ganar todo con Atenas, liderando una camada de notables jugadores como Marcelo Milanesio, Héctor Pichi Campana, Diego Marcelo Osella, entre otros notables basquetbolistas que llevaban el adn mediterráneo en la sangre.

Diversos periodistas que trabajamos en el deporte desde hace algunos años, soñamos con otra perspectiva y hasta nos atrevemos a soñar para desafiar el destino de anomia de títulos para el fútbol de Córdoba. La ecuación de tener que programar cuatro o más presupuestos por cada temporada ha sido implacable para la plaza. Además de la falta de logros, el sube y baja permanente es la regla que nos distingue en el panorama vigente. Ni siquiera, la ampliación de equipos en los torneos de primera y del ascenso, ha mejorado la perspectiva vigente y futura. Imaginamos que una especie de realismo mágico propicie lo imposible. Que se unan las partes y de la concertación milagrosa emerja el Córdoba Fútbol Club. Único representante de una provincia que busque la gloria perdida. Hasta nos animamos con una formación con  los notables fútbolistas que han salido de una cantera pródiga, que han brillado en el país y el mundo. Chiarini, Saravia, Cuti Romero, Komar y Olaza; Bebelo Reynoso, Villareal y Pastore; Pavón, Matías Suárez y Dybala. En el banco estarían, entre otros, Guido Herrera, Klimowicz, Mudo Vázquez, Chino Zelarrayán, Wanchope Ábila, Bolatti, Cholo Guiñazú y tantos otros. No sería una utopía poder conservar a nuestras estrellas, representantes de un lugar con el soporte financiero de los patricinadores privados y del Estado. Jugarían en el remodelado Estadio Mario Alberto Kempes con un piso de 45 mil hinchas por partido. Habría socios en espera, aguardando la posibilidad de ingresar a la cancha de manera rotativa. Seríamos mucho más que un “convento encerrado entre dos muros” como nos retratara Sarmiento en su magnífico Facundo. Ingresaríamos en la discusión mayor del fútbol argentino. Una región que además sería un país. Algo más que el preconizado “Cordobesismo” que propusiera De La Sota para diferenciarse del kirchnerismo en el ingreso del Siglo XXI.

Hablemos de Córdoba: "Córdoba FC"

*PANAMA REVISTA