Se pueden ver algunos momentos de la historia donde el medallero olímpico sirvió como reflejo del escenario internacional en un contexto determinado. Algunos ejemplos de esto pueden ser los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, recordados por haber sido en pleno período de auge del nazismo en Alemania, apenas tres años antes al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Allí, la Alemania de Hitler encabeza la lista con 89 medallas en total, 39 de las cuales eran de oro, seguida por los Estados Unidos, donde Franklin Delano Roosevelt venía de hacerse con su penúltima reelección, con 24 de oro y 56 en total. Ya en pleno período de la Guerra Fría y de lo que se conoce como el “mundo bipolar”, Rusia y los Estados Unidos se disputaron los medalleros a lo largo de la segunda mitad del Siglo XX. Con algunas excepciones, especialmente a partir de los momentos más altos de tensión. Con el recrudecimiento de la Guerra Fría, a partir de la presidencia de Ronald Reagan en los Estados Unidos, se produjeron sendos boicots: primero en los JJOO de Moscú 1980, donde Washington decidió no enviar ninguna delegación; cuatro años más tarde, en los Juegos de Los Ángeles 1984, la Unión Soviética devolvería gentilezas y haría lo propio, negándose a enviar a sus atletas. 

Ya durante los años noventa, tras el colapso y posterior desintegración de la Unión Soviética en el período 1989-1991, el escenario internacional pasó al de un “mundo unipolar”. El predominio de los Estados Unidos, aseguraban los especialistas, era total, la historia “había terminado”. En ese contexto, era natural que E.E.U.U. arrasara en las competencias deportivas, algo que efectivamente sucedió en los Juegos Olímpicos celebrados nuevamente en territorio estadounidense, Atlanta 1996. Allí, los locales encabezaron el medallero de manera categórica con 101 medallas, 44 de ellas doradas. Sin embargo, la joven Federación Rusa volvió a quedar segunda, el “reciente” país contaba con el poderoso aparato deportivo heredado de los tiempos soviéticos. Por ello, cosechó 63 medallas en total, 26 de ellas de oro. No es casualidad que, en los tiempos recientes, China, un país que, aunque había debutado en los JJO de Helsinki 1952, no volvió a competir recién hasta Los Ángeles 84, se encuentre actualmente a la cabeza del medallero de Tokio 2020. Por ahora, el gigante asiático cuenta con 32 medallas doradas y 69 en total, frente a las 24 doradas y 73 en total de los Estados Unidos. 

El relativamente reciente enfrentamiento comercial, político y económico de los Estados Unidos con la República Popular China, por supuesto, se está viendo reflejado, actualmente también en el medallero de los Juegos Olímpicos de Tokio. Al respecto está sucediendo algo muy interesante, depende a quien uno le pregunte, el medallero está encabezado por China o por los Estados Unidos. De acuerdo con el sitio oficial de Tokio 2020, el ganador viene siendo China, pero si uno entra a los sitios webs de los medios estadounidenses, el líder absoluto es la delegación norteamericana. Sucede que, el Comité Olímpico cuenta los ganadores de acuerdo con la cantidad de medallas doradas obtenidas, mientras que los medios estadounidenses, como su país ha quedado, claramente detrás de los asiáticos en ese rubro, está contabilizando el total de las medallas, incluyendo las de palta y bronce, lo que les da el primer lugar. Por supuesto, más allá de la cuestión meramente deportiva, lo interesante es ver como la disputa se está llevando absolutamente a todos los terrenos, salvando las distancias, como en tiempos de la Guerra Fría.  

El ranking histórico lo encabezan los Estados Unidos ampliamente, con 2520 medallas totales y 1022 doradas, seguidos por la extinta Unión Soviética con 1010 medallas totales y 395 doradas. A Rusia se la contabiliza aparte, por lo qué se encuentra octava, con 460 medallas en total. Los chinos, relativamente nuevos en la competencia, vienen asomando en el tercer lugar con 227 medallas doradas y 543 en total, detrás de los Estados Unidos, la URSS y el Reino Unido.  Mención aparte merecen las delegaciones pertenecientes a los países latinoamericanos. Es interesante notar que el medallero histórico es liderado por Cuba, un país pequeño en cantidad de habitantes, y más aún en comparación con gigantes como Brasil o países medios como Argentina. No es casual, al igual que en la Unión Soviética y otros países del denominado “campo socialista” como Rumania o la extinta Yugoslavia, el deporte siempre fue una cuestión de Estado y una forma de demostrar la superioridad del “hombre nuevo” socialista. En el ranking mundial histórico, Cuba se encuentra 16, con 226 medallas y 16 doradas. 

El tiempo será el encargado de decir si, efectivamente, China mantiene el nivel deportivo y se acerca a los Estados Unidos en el ranking de la historia de los juegos. Por lo pronto, no hay dudas que la “guerra” también se libra sobre este terreno. No son pocos los analistas que aseguran que existe un crecimiento imparable de China, que se da al mismo tiempo que sucede un declive de los Estados Unidos. Por ello, forzando un poco la interpretación, uno puede ver un paralelismo con lo que se está produciendo, por ahora, en el medallero. Podría ser la primera vez en la historia de los Juegos que China termina primero en cantidad de medallas doradas. Algo que no le hace ninguna gracia al establishment tanto político como mediático estadounidense, y que, seguramente será utilizado por Beijing como una pata más de su propaganda política. De la misma manera que sucedió durante el Siglo XX, cuando Estados Unidos encontró en la URSS a su némesis en todos los ámbitos, también lo está encontrando ahora en China. Por supuesto, con características diferentes, pero con varios puntos en común.