Las grandes ciudades no son sólo el lugar de trabajo o la morada de los que en ella viven. Son el centro de las actividades económicas,  políticas, sociales y culturales en donde convergen intereses contradictorios y conflictivos, que caracterizan el modo de vida urbano. Es un escenario de confrontaciones políticas, de disputas cotidianas, de lucha por la supervivencia, de conquistas sociales, de preservación del ambiente. Al mismo tiempo es un ámbito generador de avances científicos y tecnológicos. Además de todo eso, las ciudades son centros de afectos y de relaciones humanas.

Al Gobierno Municipal le toca, en el ámbito de su competencia, administrar la complejidad, heterogeneidad y complejidad de la vida urbana en toda su dimensión. Es el Municipio la instancia de gobierno que más influye en la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad, según cómo defina su acción, sus metas y sus prioridades y según cómo administre los recursos y medios de que dispone. 

Actualmente no hay aun en la Argentina ningún Gobierno municipal cuya estructura burocrática le permita responder con prontitud a los desafíos que impone una ciudad. La organización administrativa afecta la calidad y calidad de los servicios que se prestan a la comunidad. Hay falta de flexibilidad de las estructuras, superposición de funciones, excesivo centralismo y bastante escasa participación de la sociedad. 

Uno de los aspectos más graves de la Municipalidad  es la estructura por sectores. Porque la realidad social no se puede fragmentar. Ni el ser humano, ni la ciudad, pueden ser abordados como compartimientos.  Esta sectorización que se da en nuestros municipios es reflejo de una concepción conservadora que ha alejado la decisión gubernamental de las necesidades del ciudadano. De esta forma actual los jerarcas y funcionarios tienen una visión limitada, pobre y superficial de la ciudad. Se les ha distorsionado la realidad socio-cultural, económica y política del medio urbano. Por eso es que muchos ciudadanos desconfían y descalifican al funcionario que no da respuestas rápidas y eficaces a sus requerimientos cotidianos. 

Esta crisis de representación y gobernabilidad puede superarse sólo cuando el funcionario municipal es sensible a las necesidades sociales y puede verlas más allá de la maraña burocrática. Obviamente también debe existir un ciudadano que sea capaz de luchas por su derecho a participar en las decisiones de la administración local. Solamente cuando se dan éstos dos elementos,  se crean las condiciones para hacer cambios estructurales del modelo de gestión municipal. La inmensa tarea deberá ser conjunta entre el Gobierno y el Vecino que sólo actuando juntos podrán desconcentrar, descentralizar,  democratizar  desburocratizar, informatizar y sobretodo capacitar a servidores públicos y ciudadanos, para entre todos y conjuntamente construir una Ciudad que merezca ser vivida. 

La ciudad como centro de interés, conflictos y afectos de Álvaro Ruiz Moreno