Por estos días mucho se habla de los factores que influirán en las próximas elecciones del 11 de agosto.

¿La gente votará con el bolsillo? ¿O votará por el miedo o rechazo a que vuelva el gobierno de CFK? ¿O votará por la expectativa reflejada en la frase “estamos mal pero vamos bien”?

En definitiva, qué intereses, identidades y preferencias mueven el voto del electorado.

Cuando uno analiza los indicadores económicos actuales, se puede visualizar que la economía y el relato en torno a estos también entran en la famosa “grieta”. ¿Cómo lo podemos ver? en las variables y hechos económicos que afectan o benefician a un lado y al otro de ella.

De un lado se encuentran todos aquellos afectados por la pérdida del poder adquisitivo del 12% según el índice de salarios recientemente publicado por INDEC. Según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) del INDEC, la caída de la actividad ha sido generalizada, el sector industrial cayó un 6.5%, el comercio bajó un 11,4% y la construcción un 3,1%.

En términos de puestos de trabajo, el Sistema Integrado Previsional Argentino reflejó para mayo una caída interanual de 67.100 empleos registrados en la industria, de 50.000 en el comercio y de 14.000 en la construcción. Todos estos resultados, debido a las altas tasas de interés en torno al 60% de las Leliqs, a la alta inflación del 57,3% interanual y al consumo retraído (las ventas en supermercados cayeron 13,5% y las de shopping 18,7% interanual en el mes de mayo).

Del otro lado se encuentran aquellos beneficiados por el desarrollo del sector petrolero a partir de Vaca Muerta, que comenzó nuevamente a exportar y con inversiones previstas en 2019 que superan los 5.500 millones de dólares. El sector agropecuario (con un crecimiento de 49.5% interanual según el EMAE) el cual tuvo una cosecha histórica luego de una gran sequía, además del reconocimiento de la cartera relacionada, nuevamente con rango de ministerio. El sector turismo, pasó de llevar turistas al extranjero para comenzar a ser netamente receptivo. Los sectores relacionados a la economía del conocimiento que con la aprobación de la reciente ley, poseen beneficios impositivos y de cargas sociales (entre otros), con grandes posibilidades de convertirse en el gran sector generador de las divisas necesarias y genuinas que el país tanto necesita. Todos estos, especialmente favorecido por un tipo de cambio competitivo que en el año 2018 tuvo una devaluación del 100%.

El investigador Ludolfo Paramio del Instituto de Estudios Sociales Avanzados dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España, estudió los “cleavage” o “líneas divisorias fundamentales” que terminan determinando el resultado de una elección.

Luego de analizar diferentes resultados electorales de Europa y América concluyó que las identidades sociales y políticas de los electores juegan un papel decisivo para determinar sus preferencias, lo que implica que las explicaciones económicas del voto subestiman los factores propiamente políticos.

Aún así, no se puede soslayar que la influencia de la economía en las PASO representa un factor central y más todavía en Argentina donde las expectativas sobre la inflación y el dólar poseen connotaciones que trascienden lo meramente económico y que se desenvuelven dentro de una campaña muy polarizada y en la que las propuestas económicas quedan “tapadas” por las chicanas políticas.

Más allá de la estabilidad cambiaria lograda a partir del 29 de abril gracias a la autorización que el FMI hizo al Banco Central (BCRA) para utilizar las reservas a fin de controlar la presión sobre el tipo de cambio y más allá de los planes de estímulo al consumo (Ahora 12, créditos Anses, Plan Junio, Julio, Agosto 0km) que instalaron una sensación de reactivación, el partido se juega entre aquellos que piensan que el modelo económico actual es el problema y aquellos que piensan que el mismo, es la solución.

Esto empezará a desentrañarse con los primeros resultados electorales.