El presidente volvió a correr el arco. Hay que recordar que el pasado 20 de marzo dispuso postergarla hasta el 13 de abril y ahora hasta el 26.

Pero de su discurso y de sus repuestas a los medios se desprende que la medida seguirá para que el pico máximo de la infección nos encuentre a todos parados de la mejor manera para enfrentar el problema.

Ese pico será a mediados de mayo, indican los especialistas. Entonces y por pura lógica -en la que parece guarecerse Alberto Fernández- habrá que estimar que los argentinos deberán "guardarse" hasta esa fecha.

Un sector importante de los especialistas que lo asesoran a Fernández le dice que no hay que alterar las condiciones y eso quiere decir que la cuarentena debe seguir “unas semanas más”, luego del 26 de abril.

Las novedades que introdujo tuvieron que ver con la posibilidad de la actividad física que mucha gente quiere realizar. En ese sentido, se mostró permisivo, aunque sin exagerar. Por ejemplo, dijo que podría hacerse en un radio de cinco cuadras de la casa de la persona que sale a correr, y también que no tendrá que haber amontonamientos. “Se podría hacer un protocolo, teniendo en cuenta la terminación de los DNI”, tiró como idea.

Lo otro nuevo tiene que ver con la flexibilización de la cuarentena en ciudades, pueblos o comunas que no tengan inconvenientes con el virus. También eligió la cautela al relatar que se verá caso por caso y según los pedidos de los gobernadores.

No habló en su discurso de la situación económica. Se refirió concretamente cuando se lo preguntaron en la conferencia de prensa. Y allí defendió su postura: "No le molesta que se caiga un punto el PBI porque se puede recuperar en algún momento. En cambio, la vida del argentino que muera es irrecuperable", dijo.

Desalentó la baja de impuestos “porque de otro modo no va a quedar un peso”, pero se esmeró en puntualizar que el Estado ayudará a todo el que lo necesita.

Después le preguntaron por el impuesto a la riqueza y repondió: “Todo es posible”. Pero después deslindó responsabilidades y dijo que eso depende del Congreso.

Fernández volvió a hablar como un vecino más. Tono amable, informal. Da la impresión que la gente compra ese mensaje, esa forma de hablar casi "campechana" a pesar de que es porteño de pura cepa. 

Se sabe que la gente también ha tomado un riesgo importante: hasta qué punto aguantarán los bolsillos de las familias cuando la crisis económica embata sin piedad.