El sábado 18 de Mayo de 2019, Cristina Fernández movió las piezas, pateó el tablero político y definió el nuevo escenario que todavía se está escribiendo.

Ese dia comunicó, públicamente, lo que 72 horas antes había decidido y convenido con el otro Fernández. Alberto, el que fue jefe de gabinete de Néstor, suyo por 7 meses, luego uno de sus principales críticos y finamente, tras hacer las paces, volver al mismo espacio con coincidencias y diferencias.

Dicen los manuales de la política que para ser exitosa y transformadora, una jugada tiene que ser tomada con información, sorpresa y secreto.

Todos esos condimentos formaron parte de la maniobra, que desde ese mediodía, cambió el mapa político de la Argentina.

Cristina había fracasado ostensiblemente en su estrategia política vinculada a la designación de candidatos desde que decidió que Amado Boudou la acompañara en el segundo gobierno.Evaluando lo ocurrido en ese período, no fue precisamente positivo el aporte que hiciera el marplatense, quien entre otras cosas, quiso quedase con la fábrica de hacer billetes .

Decisiones posteriores como apostar por Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires o imponerle a Scioli la candidatura a vice de Carlos Zannini, volvieron a mostrar, con los hechos consumados, que los errores de estrategia político-electoral seguían sumándose.

Pero evidentemente algo cambió. La agudización de la crisis económica y social, fogoneada por los desaciertos y desatinos del gobierno de Macri, mostraron por primera vez a principios de 2019 que eran más los que querían que Macri se fuese que los que temían que Cristina volviese.

Sobre esa base, y tomando como propia una definición de Alberto Fernández (“con Cristina sola no alcanza y sin Cristina no se puede”), la ex presidenta tomó una decisión fundamental.

Se corrió de la centralidad política, se la cedió (nunca se sabrá si para reclamársela alguna vez o no) a su viejo y recuperado amigo, y se dispuso a empezar una nueva construcción.

Entre el caudal fuerte y duro de votos que ella aportaba y la amalgama política que Alberto comenzó a construir, se fue ensanchando la posibilidad de volver al gobierno y al poder a medida que la crisis mostraba también como iba devorando espacios de la sociedad.

Justo es señalar también, que así como fue brillante la movida política de Cristina, no le fue en zaga la táctica desplegada por Alberto para adecuarla a su estrategia de ir construyendo poder y músculo político dentro de la sociedad de a 2 que debutó ese 18 de Mayo pasado.

El resultado de ese plan fue la llegada de Massa, el encolumnamiento de los gobernadores y la adhesión de vastos sectores que se habían quedado a media agua y sin referencia política concreta. Obviamente, y porqué están siempre, la obediencia del movimiento obrero.

Demasiadas fuerzas para un gobierno que temblaba ante cada movimiento del dólar y crujía con los ramalazos de la crisis.

Las PASO y la primera y definitiva vuelta electoral le dieron la razón a Cristina. La Argentina había decidido cambiar y volver.

Una nueva sociedad política empezaba a funcionar. La historia se está escribiendo en estos días.