Transcurrimos esta pandemia atravesados por la incertidumbre que nos obliga a reconocer a la política como un servicio esencial; los hombres y las mujeres que tienen responsabilidades en la cosa pública no pueden -ni deberían- confinarse en este tiempo en el que equivocadamente aparece la pregunta sobre qué pasará cuando acabe la pandemia. Y digo equivocadamente porque sencillamente lo que intuimos para mañana debe ser ahora, lo que no se haga en este presente pandémico será una exigencia para mañana.

La sola idea de una nueva realidad acompañada de vulnerables aún más vulnerables, debería ser estímulo suficiente para entender que las grandes decisiones no pueden ser tomadas por zoom. La nueva realidad requiere construir soluciones poniendo la cabeza pero también el cuerpo, sí el cuerpo (con lavados de manos, barbijo y distancia social pertinentes, va un saludo de codo para los de la crítica fácil que en este momento y mientras leen esto estarán pensando arrebatadamente que invito a romper la cuarentena. Pero ni en un esfuerzo exigido de la imaginación se me viene a la cabeza la imagen de un hombre o mujer de estado presas de la paranoia del contagio y sumidos en el confinamiento por el miedo al bicho.

Seamos claros, la ausencia de política es una decisión política. Hace unos días vi como en la televisión criticaban con ferocidad el hecho de que “los políticos” se hayan contagiado de coronavirus. Un conductor de televisión de Buenos Aires le preguntaba a sus panelistas acerca de si la política era o no un servicio esencial, en clara alusión a que no lo era y que el sólo hecho de haber mantenido una reunión y haberse contagiado era simplemente un acto de irresponsabilidad y de rompimiento de la cuarentena obligatoria. Y aquí está el quid de la cuestión, es la política, estúpido.

En esta crisis –como en cualquier otra- , no estar es una decisión política, aquel principio de que “el que calla, no dice nada” no es aplicable a la cosa pública, muy por el contrario, callar o no estar es decir algo.

La política es un servicio de características particulares: es esencial a la vez que vital; y frente a la nueva realidad en la que nos encontramos, se vuelve también imprescindible. En tiempos de emergencia sanitaria se advierten los impactos diferenciados y específicos que afectan sobre todo a los menos tienen y se tornaron aún más evidentes aquellas inequidades que arrastrábamos de la pre pandemia, en el escenario de post pandemia y para la nueva realidad la respuesta es siempre política.

El escenario post covid nos exige a los políticos y políticas “estar siendo” parafraseándolo a Rodolfo Kusch. No podemos esperar a que termine la cuarentena para aparecer en escena, para ser mejores, para aportar soluciones y construir políticas públicas necesarias para amortiguar los golpes de la crisis. No sé si el estado, la política y la gente serán mejores pero de lo que si estoy segura es que todos y todas seremos diferentes.