La seguridad es, sin dudas, uno de los mayores talones de Aquiles de las administraciones del peronismo en la provincia, que ya llevan 21 años.

Ni el fallecido José Manuel de la Sota ni Juan Schiaretti pudieron resolver esta situación, más bien todo lo contrario: con el correr de los años las cosas empeoraron y no se vieron respuestas que, al menos, paliaran la situación. Se dirá que las recurrentes crisis económicas y sociales complican las cosas, pero eso no es una excusa, ni nada que se le parezca.

Los dos gobernadores que tuvo Córdoba en estas dos décadas eligieron una solución: aumentar considerablemente el número de efectivos policiales con entrenamientos ligeros que apuntaban a que rápidamente estuvieran disponibles para el patrullaje.

La respuesta no dio los resultados que esperaban los gobernantes, seguramente convencidos de que ese era el camino ideal.

A veces, algunas anécdotas sirven para darle un marco al estado de las situaciones. Tras ganarle a Ramón Mestre la elección de gobernador en diciembre de 1998, en mayo del año siguiente viajó a Europa con una importante comitiva, en una gira que lo llevó por Alemania, Francia y España.

En la ciudad de Munich, capital de Baviera, De la Sota mantuvo una prolongada entrevista con el ministro que estaba a cargo del área Seguridad en ese importante distrito ubicado al sudeste de Alemania.

Antes de comenzar el encuentro, el entonces gobernador electo pidió al anfitrion que dejara ingresar a su comitiva y a los dos periodistas cordobeses que cubrían la gira.

Sin nada que ocultar, el funcionario germano accedió al pedido. En un momento, De la Sota dio las características de Córdoba y preguntó cuántos policías eran necesarios para proteger la seguridad de las personas.

El dueño de casa soltó una rápida respuesta: “El número de personas afectadas a proteger la seguridad es importante, pero creo que es más importante aún la formación, la educación que reciban quienes van a estar a cargo de estas tareas que, entre otras cosas, incluye la de portar armas de fuego, lo cual implica una responsabilidad tremenda”.

La comitiva delasotista (Oscar González, Carlos Presas y Teorodo Funes, entre otros) seguía con atención los detalles de esa rica reunión. En un extremo y con la mirada fija en el funcionario germano estaba Juan Schiaretti, quien fue posteriormente designado ministro de Producción en la primera gestión delasotista.

La enseñanza no aprendida

En Córdoba, una de las mayores fallas del sistema de seguridad fue seguramente la instrucción de la Policía. La escuela saca agentes como pan caliente y probablemente por las urgencias, no hay tiempo para la teoría y el estudio psicológico de quienes aspiran a lucir el uniforme.

Durante el asesinato del adolescente Joaquín Paredes, los policías habrían efectuado 25 disparos, uno de los cuales lo mató, según la pericia. Ahora analizan que atacaron a los jóvenes si esos policías estaban borrachos.

La desquiciada actitud de los policías le costó la cabeza al jefe de la Policía Gustavo Vélez. En su lugar fue designada Rita Zárate Belletti al frente de la fuerza, secundada por Ariel Lecler.
Es saludable que por primera vez en la historia una mujer conduzca una fuerza como la Policía de Córdoba. Más allá de eso, le espera un desafío más que importante. Ojalá no repita los mismos errores de estas dos décadas y no se vea envuelta en los vicios en los que cayeron algunos de sus colegas y la mayoría de los funcionarios políticos que se vinculó con el sector.

Tal vez, la señora Zárate Belletti –que ojalá tenga un mandato ejemplar- le convenga recordar las palabras del funcionario de Bavaria: más importante que el número de policías, es la educación y la instrucción de esos policías, que portan armas letales en su cintura.