La suma de todos los miedos
La noticia se comenzó a conocer la semana pasada, y no tardó en explotar en los medios, tanto locales como nacionales, llegando incluso a varios portales internacionales: la extraña muerte de un número aún no determinado de bebés en un centro hospitalario público de Córdoba, especializado en Neonatología, activó todas las alarmas. Extrañas muertes, en el lugar donde todo hacía suponer que los niños estarían más protegidos y cuidados. Una situación horrorosa en sí misma, que estremece y que no podría pasar desapercibida absolutamente para nadie.
La noticia impactó muy fuerte en el gobierno provincial que no para de recibir golpes. Y aunque cueste y sea horrible decirlo —e incluso pensarlo— al parecer este hecho fue visto por algunos como una posibilidad de posicionarse ante sus contrincantes políticos.
Lo que unió a ambos bandos en este caso, tanto el gobierno provincial como el frente opositor con mayor caudal político en la Provincia de Córdoba, fueron los desaciertos: la demostración de una notable falta de reflejos y de reacción oportuna, de un lado; y del otro lado, algunos dichos y gestos lamentables en lo que a comunicación y tacto se refiere.
Antes que nada, hay que decir que si bien la noticia trascendió a los medios masivos de comunicación hace algunos días, los hechos eran conocidos desde hacía ya un tiempo. Y esto puede y seguramente va a generar una eventual y futura discusión, muy fuerte, en un intento de deslindar responsabilidades políticas de eventuales responsabilidades judiciales.
Respecto de la comunicación, es sabido que los profesionales de esta ciencia suelen tener la estratégica costumbre de instalar anuncios o temas que consideran importantes —o cuestiones a las que quiere darle trascendencia— justo antes de un fin de semana, como un modo de intentar que la noticia se replique una y otra vez. Aunque en principio nadie se lo propuso intencionalmente, exactamente eso fue lo que sucedió con este tema, e incluso se vio potenciado no solo por la naturaleza misma de la noticia, sino por tratarse de un fin de semana XL.
Sólo el increíble e inexplicable hackeo del sistema informático del Poder Judicial de Córdoba, de gravísimas y aún imprevisibles pero seguras consecuencias, desvió por un rato el curso de las noticias. Pero no cambió del todo la dirección de las miradas ni de las aparentes responsabilidades, ya que para muchos ese hecho también se anotó, justa o injustamente, en la libreta del almacenero de la gestión schiarettista.
Del mismo modo que un boxeador aturdido que no para de recibir golpes e intenta acciones sin demasiado sentido, alguien con cierto predicamento en la política provincial sugirió una desopilante “estrategia”: la de constituir nada más ni nada menos, que a la Provincia de Córdoba como querellante particular en esta causa. Realmente algo que no merece ningún tipo de análisis, ni jurídico ni político. Solo como ejemplo de lo primero mencionamos que en el hipotético caso que en un futuro los particulares damnificados decidieran eventualmente ejercer su más que legítimo derecho a formular reclamos civiles a la Provincia de Córdoba, y se constituyeran como actores civiles en sede penal, tendrían “en su lado procesal” nada más ni nada menos que a la mismísima parte demandada.
Claro que tal barbaridad tenía que ser desestimada. Pero el intento pagó y seguirá pagando un alto costo. Más allá de eso, es una muestra de clara improvisación en un caso que exige máxima dedicación y tacto.
Del otro lado de la vereda política, advirtiendo que algunos y algunas profesionales del derecho que representaban a los familiares de las víctimas fueron intensamente demandados por los medios nacionales —en algunos casos, realmente acompañándolos en su dolor y en su pedido de justicia, y en otros exponiéndolos innecesariamente— se interpretó que esos valiosísimos minutos de audiencia nacional —que en la suma llegaron a ser unas cuantas horas— no deberían quedar en manos “de cualquiera”. Y así fue como al parecer, algunos colaboradores de un reconocido estudio jurídico cuyo titular es un legislador nacional, se lanzaron activamente a intentar captar a los familiares de algunas de las víctimas, para representarlas “gratis”.
El problema fue que los familiares contactados tenían ya un letrado o letrada que los representaba, y eso era más que público y conocido, lo que provocó la furia de las y los profesionales por la descarada falta de ética. Si esto fuera tomado como una broma de mal gusto, se podría decir que los colaboradores del legislador comparten, tal vez, el mismo espíritu jocoso y chispeante de su jefe.
Todo esto precedió el pedido de renuncia del señor Ministro de Salud, Dr. Diego Cardozo, elaborada por la alianza Juntos por el Cambio. El acontecimiento pareció, más que un hecho político una acción de naturaleza milagrosa, ya que se consideraba una misión casi imposible lograr reunir a todos los dirigentes del macrismo cordobés bajo un mismo techo. De hecho, la foto parecía la de esas familias obligadas a la formalidad de ciertas reuniones sociales, donde la mayoría se odia, pero dónde todos admiten que las apariencias y los intereses, son prioridad.
Como si todo lo sucedido fuera poco, y producto de la enorme difusión a la que hacíamos referencia, un señor completamente desconocido para los cordobeses de apellido García Moritán, aparentemente en medio de un ataque de inusitado y desbordante federalismo justiciero, se hizo presente en el Hospital Materno Neonatal Ministro Ramón Castillo. Y ante las cámaras —por supuesto— exigió la presencia del Fiscal de Instrucción Raúl Garzón, para que diera explicaciones del caso.
Cual compadrito en celo, el señor García Moritán, casi terminó invitando al funcionario judicial a resolver esto a lo guapo, cuestionando fuertemente a Garzón. Hay que ser justos y también mencionar que hay muchas voces locales que cuestionan al Fiscal de Instrucción. E incluso hay un pedido de recusación rondado, redactado en algunos estudios jurídicos en los que se afirma que el discurso del funcionario judicial suele ser siempre, llamativa y sugestivamente, coincidente en un todo con el del gobierno provincial. Incluso hay quienes afirman que, al ser preguntado por esto, el señor Fiscal de Instrucción habría respondido que no es tiempo de hablar de candidaturas, sino que es tiempo de gestión.
Como sea, todo indica que el señor García Moritán se dejó llevar por las pasiones y, sobre todo, por los comentarios de alguien que, conociéndolo bastante, le proporcionó esta versión sobre Raúl Garzón poco antes de su sorpresiva e inesperada intervención. A las pocas horas tuvo que recular en chancletas, invocando en su defensa la pasión que le producía el caso. Pero no mencionó quién le habría brindado la información que casi lo había llevado a batirse a duelo con el señor Fiscal de Instrucción. También aclaró no tener ningún tipo de interés político en relación a Córdoba; detallando sin que nadie se lo pregunte, que no pretendía ser ni Ministro de Salud ni Gobernador de esta provincia.
Como dijimos anteriormente, hay que confesar que muchos o casi todos los cordobeses que leyeron la noticia relacionada al señor García Moritán tuvieron que guglear para saber quién era, porque a decir verdad, nadie o muy pocos en Córdoba conocían de su existencia. Allí nos enteramos de que su nombre completo es Roberto García Moritán, y es el señor esposo de la señora Carolina “Pampita” Ardohain, a quien los cordobeses sí conocen. Además, el señor García Moritán es también concejal porteño, cargo que en aquellas tierras dónde los títulos son más pomposos, se denominan legisladores.
Allí pudimos comprender que el señor concejal de ese país tan amigo de la Argentina, profundamente conmovido por los hechos, se hizo presente en el Hospital Materno Neonatal para realizar un ferviente y desinteresado alegato en favor de la vida. Aclaramos que nadie por aquí pensó que se tratara de una cuestión por demás oportunista. En absoluto. Es más, tras escuchar sus palabras surgió de manera unánime la convicción de que seguramente la próxima vez que su partido llegue al poder o se discuta el próximo presupuesto nacional, defenderá incansablemente la coparticipación federal que realmente le corresponde a la Provincia de Córdoba. Y luchará a brazo partido para intentar quitarles a los habitantes del puerto, una porción de lo que históricamente han recibido de más; con la misma vehemencia con la que vino a defender, desinteresadamente, a los habitantes de esta provincia. Así los cordobeses y cordobesas tendremos la posibilidad de una mayor asignación de recursos para destinarlos a infraestructura y, sobre todo, a recursos humanos del área de salud. Absolutamente todos nos hemos quedado con la certeza de que así será.
Hay algo en lo que vamos a permitirnos el atrevimiento de corregirle o recordarle al señor concejal García Moritán: en su ferviente y por momentos confusa alocución que realizó en los pasillos del Hospital Materno Neonatal, manifestó ante los medios y a los gritos, que lo que sucedía en este caso era que se había impuesto en Córdoba la forma de hacer política, típica y característica, de personas afines al kirchnnerismo. Lo que al parecer desconoce el señor concejal es que hizo referencia a una cuestión materialmente imposible o literalmente inexistente. Porque a diferencia del resto del país, en esta provincia ya casi no quedan personas afines a esa corriente política: a las últimas, se le habría extraído una muestra genética que se conservan junto a la de los osos panda, otra especie también en extinción, pero de la que sí quedan algunos pocos ejemplares. En segundo lugar, nos permitimos recordarle al señor concejal que el señor Gobernador de la Provincia de Córdoba hace muy pocos días se reunió con algunos dirigentes que integran su mismo frente político: el señor Facundo Manes y el señor Martín Lousteau. Ninguno de los nombrados sería, hasta donde se sabe, kirchnneristas (por lo menos actualmente). Y ninguno de los dos habría cuestionado al señor Gobernador por los hechos ocurridos en el Hospital Neonatal, cuándo todo indica que ya se conocía la noticia. Por el contrario, la reunión pareció ser de amigos, compañeros, correligionarios o vaya uno a saber qué. De lo que no hay ninguna duda, es que fue amistosa.
Aquí quisiera que se me permita recordar una distinción clásica que muchos tuvimos que estudiar al abordar materias económicas: la diferencia que hay entre economía política y política económica, que lejos tienen que ver con un simple juego de palabras. Me viene a la memoria justamente, porque traída tal discusión al caso, se proyectaría de un modo que sería el siguiente: si entendemos lo mismo cuándo nos referimos a una criminología política que al hablar de una política criminológica. Sin ánimo de incurrir en tecnicismos, y teniendo en cuenta que el señor concejal García Moritán sería economista, cito lo que decía Adam Smith sobre la economía política y que podría ser ilustrativo: “es el conjunto de acciones dónde cada uno trata de obtener para sí, egoístamente, el máximo beneficio”. Cualquier similitud con este caso, podría no ser coincidencia.
Todas las acciones mencionadas, que me tomo la licencia de cronicar con bastante ironía porque no encuentro otro modo más apropiado que permitan describir semejante desfachatez, claramente han generado un excesivo manoseo y banalización no solo de la causa, sino también de la memoria de las víctimas, algo que reclamaron indignados algunos familiares de los y las niñas fallecidas, en la primera e importante marcha que hicieron este martes 16 de agosto en el Hospital Materno Neonatal. Marcha que seguramente se repetirá, y tendrá un creciente apoyo de la opinión pública.
También hay que resaltar que todo esto ha afectado a un sector bastante silenciado y no por ello menos lacerado y que está constituido por las trabajadoras y trabajadores de este centro pediátrico, que día a día llevan adelante su trabajo de manera honesta y dedicada. Y que la injusticia de una acusación aún indiscriminada e imprecisa, los hace sentir casi como integrantes voluntarios de un centro de exterminio de bebés.
Pero lo más lamentable es que todos estos hechos, casi con seguridad, nos están impidiendo ver que posiblemente estamos en presencia de un delito de enorme envergadura, complejidad y trascendencia, que exige ser esclarecido. Porque descartada por todos o casi todos, la posibilidad de una cadena de hechos naturales o casuales, quedarían solo dos posibilidades lógicas: en primer lugar, una serie de acontecimientos accidentales, que a esta altura, casi nadie cree viable. Y la última posibilidad es literalmente, lo impensable: una cantidad de delitos intencionales que nos llevarían a la hipótesis de serialidad homicida. Hechos que sabemos, son de una de enorme complejidad investigativa y que exigen ser abordados con muchísima idoneidad, solvencia y gran profesionalismo, algo que parece estar o muy invisibilizado o totalmente ausente en esta causa.
Casos como el de la hija de la señora María Martín, cuya beba es una sobreviviente en este trágico contexto de niños muertos, adquiere una enorme relevancia para la obtención de información criminalística. Con esto queremos señalar que a pesar de las dificultades, también hay muchas posibilidades de avanzar con éxito en esta investigación; pero se debe comprender que este trabajo, para llegar a buen puerto, exige ser realizado por personas no solo idóneas desde lo científico, sino con una trayectoria y además probada transparencia, porque lo que aquí se está cuestionado es algo muy serio y no se van a admitir probanzas simples, antojadizas, caprichosas o convenientes. Hay que comprender que solo hay tolerancia para el esclarecimiento total del caso.
La realidad parece imponer la exigencia de un riguroso trabajo interdisciplinario inicial de cada una de los lamentables hechos con resultado muerte, y especialmente, un profundo análisis de los pocos o tal vez el único caso dónde hubo sobre vida. Y luego, las posibles correspondencias, similitudes y diferencias entre los mismos. Si a ello se le suma el estudio comparativo de hechos similares ocurridos en otras partes del mundo, que nos permita incluso obtener la opinión de personas con experiencia en casos de este tipo, como ocurrió en la investigación que permitió identificar a Marcelo Mario Sagen; y si todo se encuentra a cargo de un grupo de investigadores de probada solvencia que ofrezca certidumbre y garantías investigativas, científicas y jurídicas, que conformen una comisión que asesore y acompañe a el o los fiscales que formalmente dirijan el caso; podríamos decir que se estaría en un buen camino.
Hay que ver si conforme lo que ha trascendido, la posible designación como vocero del caso del ex Ministro de Salud y actual legislador provincial, doctor Oscar Félix González, experimentado médico cirujano recibido en la U.N.C. con medalla de oro y especializado en operaciones, particularmente de tipo político, tiene esa impronta y es oportuna. O si por el contrario, el gobierno desconociendo todas las señales, se aleja peligrosamente de ese rumbo.
Porque hay que ser conscientes que la investigación de este caso tal vez tenga ramificaciones todavía impensables. No solo porque casi con certeza surgirán más hechos relacionados o aparentemente relacionados, e incluso malas praxis y muertes dudosas, que casi con seguridad generarán que el universo a investigar aumente de manera significativa y rápida. Sino porque lo que estas muertes podrían exponer es una tenebrosa realidad más cotidiana de lo que se cree; que no solo se da en Córdoba, y que tiene que ver con el ejercicio de la crueldad hacia las personas más vulnerables y desprotegidas de la sociedad. Aquí hablamos de niños recién nacidos. Pero de probarse conductas dolosas, y debidamente acreditada una eventual serialidad, podrían salir a la luz casos y prácticas similares, que tendrían como víctimas no solo a niños, sino a personas que están en el otro extremo de la vida: adultos mayores que se sabe, muchas veces terminan sus vidas en instituciones totalmente hacinados, maltratados y abusados merced a acciones tan impunes y crueles como las que se sospechan en este caso. Lo mismo aplica a personas que padecen enfermedades psiquiátricas y que muchas veces en total secreto y soledad, padecen situaciones similares.
El próximo viernes, o a más tardar los primeros días de la semana próxima se producirían importantes novedades en esta causa, y muy posiblemente se lleven adelante las primeras detenciones. Tomando lo antedicho sobre estrategias comunicacionales y repiques de fin de semana, todo indica que la opción más viable y sobre todo políticamente conveniente, sería el viernes. Como sea, se debería comprender que la extrema gravedad del caso, sus consecuencias y seguras derivaciones, van a exigir una respuesta mucho más profunda que una simple detención decidida a las apuradas, con el único fin de intentar contener a la opinión pública.
Hay mucho, demasiado en juego. Porque el dolor de los familiares es infinito; y porque la suma de todos nuestros miedos parece haberse hecho realidad y de a poco, la peor hipótesis comienza asomar en el horizonte. El derrotero de un complejo proceso judicial que recién se inicia, y que trascenderá a más de una gestión de gobierno; con cobertura de medios nacionales e incluso internacionales, va a estar fuertemente marcado por el reclamo innegociable de justicia para víctimas absolutamente inocentes, y que sabemos o deberíamos ya haber aprendido, será impulsado de manera incansable y organizada principalmente por madres, pero también apoyadas por padres, familias, profesionales del derecho comprometidos, y sobre todo por un gran apoyo popular, que va a exigir mucho más que discursos o promesas: lo que se buscará es justicia, que implica llegar a los responsables reales de este caso. Pero además implica la urgencia de que se encuentren modos efectivos de prevenir o de tener algún tipo de alerta temprana que permita detectar rápidamente casos similares.
Porque la sensación que nos queda a todos, es que aquí pasó mucho tiempo hasta que se admitió la realidad. Se perdió demasiado tiempo enmascarando el problema y eso generó que se dilapidaran valiosísimas oportunidades de revelar el horror apenas se iniciaba. Y tal vez sea eso, tanto como la mano homicida, lo que generó que se perdieran tantas vidas absolutamente indefensas e inocentes.