El intendente de Córdoba, Martín Llaryora, sigue subiendo peldaños en su objetivo por domesticar a los gremios díscolos de Córdoba.

El viernes 20 de noviembre acordó un ajuste salarial con el Suoem, lo que equivale a decir que si no pasa nada extraño, ya no habrá quién tire piedras en los próximos meses en la capital provincial.

Ver: Acuerdo en la Municipalidad de Córdoba: Suoem aceptó la oferta salarial del Ejecutivo

El acuerdo es por el 24 por ciento, pagadero en dos veces (salarios de noviembre y enero) y salió al gusto del intendente: no remunerativo. Esa es una de las batallas que los referentes del municipio dan en forma constante cuando discuten pauta salarial.

En el caso de los municipales, el convenio se extenderá hasta mayo, cuando se iniciará una nueva ronda de negociaciones, que esperemos no incluya en el combo a la violencia callejera.

Debería entenderse que ese tipo de expresiones violentas ya no tiene sentido y carecen del impacto social de otros tiempos. Las partes que dirimen las diferencias también tendrían que comprender que eso atenta contra la seguridad del vecino y que no es necesario dilatar la negociación, más allá de la defensa de intereses que cada uno hace.

Aquí hay responsabilidad del gremio, que no controla las reacciones alocadas de algunos de sus delegados y también de los funcionarios municipales que dejando que el conflicto se prolongue, no hacen otra cosa que poner a los vecinos en riesgo.

A propósito y por lo que se sabe, el convenio acordado entre la Municipalidad y el Suoem nada dice sobre las violentas manifestaciones que esta vez incluyeron insólitos ataques a particulares. Ni una palabra. Nos damos la mano y aquí no ha pasado nada.

La foto de hoy

Desde lo estrictamente político, esto deja muy bien parado a Llaryora en la foto de hoy (bien se sabe que después habrá que ver la película completa). En menos de un año acomodó las cargas con la UTA, los recolectores de residuos y los empleados del municipio, lo cual es almíbar para la gente. Refinanció su deuda y casi nadie habla de los achaques de la ciudad (baches, falta de luminarias, etcétera). La sociedad le ha dado un respiro con esos temas y celebra los acuerdos.

Con el Surrbac hizo un acuerdo poco ortodoxo. El gremio está intervenido pero responde a la dupla Saillén-Catramboni, que tiene serios problemas problemas con la Justicia provincial. Por eso, avanzó y selló un acuerdo más que conveniente para el Estado municipal. A cambio, el Palacio 6 de Julio nada diría sobre la realidad del sindicato.

Y Batman y Robin (léase Saillen y Catramboni) prefirieron engullir media pizza de ayer antes que nada. Y, a cambio, siguen conduciendo el gremio detrás de bambalinas. Todo ha de ser dicho.

Mientras tanto, Llaryora se posiciona y le saca importantes ventajas parciales a sus competidores por la Gobernación en 2023. Ciertamente aquí no hay nada definido pero en esta carrera de largo aliento cualquier segundo que se saque será importante en el futuro.

Además, hay otro detalle: el intendente cuenta con el beneplácito de los albertistas y kirchneristas y el presidente Alberto Fernández lo tiene como un muy buen gestor. Es cierto que eso puede ser arma de doble filo teniendo en cuenta las bamboleantes relaciones políticas del PJ nacional con el gobernador Juan Schiaretti. Pero, obviamente, el pulgar para arriba del jefe de Estado no se puede despreciar ni mucho menos.

Llaryora es el segundo dirigente con mayor imagen positiva  (45,6%) detrás de Schiaretti (58,2%). En tercer y cuarto lugar se ubican Mario Negri (44,3%) y Luis Juez (40,4%), según un estudio de Zubán Córdoba y asociados, la consultora que dirigen Paola Zuban y Gustavo Córdoba.

Igual, insistimos en que estamos hablando de fotos. Para la película completa falta bastante y en el medio hay un mojón clave: la elección legislativa de 2021, pero ese es un drama romántico del cual hablaremos otro día.