La sanción de la ley que convalida el acuerdo del Gobierno del presidente Alberto Fernández con el Fondo Monetario Internacional (FMI) impacta fuerte en la política y en paralelo al tratamiento parlamentario, crecen las especulaciones de cambios en el gabinete.

El primero de los apuntados es el ministro de Economía Martín Guzmán, tal vez la principal espada de la Casa Rosada para anudar el pacto con el organismo multilateral que domina Estados Unidos, según reconocen fuentes del oficialismo y de la oposición que siguen de cerca los movimientos del Ejecutivo nacional.

El plan original de Guzmán era más ambicioso e incluía dentro de la ley el programa económico plurianual que la oposición bochó. El ministro debió ceder ante el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que se puso el título de “gran ganador” por haber sido el vehículo oficial que negoció y consensuó con Juntos por el Cambio. De hecho, la coalición opositora aportó 111 votos, contra 77 del Frente de Todos.

Pero no hay que hacer tan pobre a Guzmán. Si el Senado convierte en ley el proyecto con media sanción, el jefe del Palacio de Hacienda habrá logrado algo inédito en el país: acordar con los fondos buitre (acreedores privados) y con el Fondo Monetario Internacional.

Más allá de los cambios y los recortes a la iniciativa original, Guzmán es uno de los padres de la criatura y tal vez él mismo considere que su tiempo en la conducción de ese pesado ministerio ha concluido.

El menú de nombres de postulantes crece con el correr de las horas y se vuelve a parecer a  los mercados de pases de jugadores de fútbol por la cantidad de trascendidos y operaciones. Seriamente, sí se sabe que entre los candidatos a llegar a Economía si Guzmán se va, están la actual vice canciller, Cecilia Todesca, y el economista Martín Redrado, quien cuenta con un equipo de trabajo constituido, reconocen los informantes aunque no descartan “que puedan aparecer otros nombres”.

Lo de tener un equipo armado es el vaso medio lleno de Redrado. El vaso medio vació está dado por el antiguo enfrentamiento que mantiene con la vicepresidenta Cristina Fernández durante la época en que conducía el Banco Central y se negaba a renunciar ante la presión de la entonces jefa del Estado.

La tirante relación entre el presidente y la vice puede convertirse en un elemento que influya a la hora de tomar decisiones. Por ahora, el enfrentamiento parece sin retorno pero en políticas no hay peleas definitivas. “Después de la apertura del diálogo entre Estados Unidos y Venezuela o entre Estados Unidos e Irán, se vuelve complicado hablar de rupturas definitivas”, se sinceró un operador político del Presidente.

Curiosamente Cristina y el Instituto Patria también se oponen a las políticas que instrumenta Guzmán, a quien intentaron presionar desde todos los costados pero Alberto Fernández siempre lo sostuvo.

Ahora se acerca el tiempo de un cambio en el Palacio de Hacienda pero seguramente el hasta hoy ministro no se irá por la puerta de atrás. En el Gobierno admiten que si deja Economía, probablemente lo espere algún sillón en representación de Argentina en un organismo internacional.

El tiempo vuela

En el medio, el Senado comienza a debatir el acuerdo con el FMI con la presencia del jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el titular del Banco Central, Miguel Pesce. La aspiración albertista es que el proyecto con media sanción de Diputados tenga dictamen el martes 15 de marzo para que pueda ser tratado sobre tablas esta misma semana. No hay que olvidar que el 22 de marzo hay un vencimiento de poco más de 2.800 millones de dólares y la plata para pagar no está. Si la ley sale en lo inmediato, se habilitarán derechos especiales de giro (DEG) por casi 10 mil millones de dólares que servirían para afrontar el mencionado vencimiento más otro de 731 millones de dólares que operará en abril. Y quedará un importante remanente para engrosar las reservas y alivianar las urgencias económicas del gobierno.

Sin embargo, hay un pequeño detalle: para sesionar sobre tablas se necesita un quórum especial de dos tercios, lo cual implica que tienen que sentarse 48 de los 72 miembros del Senado. El oficialismo vuelve a necesitar el apoyo de Juntos por el Cambio y algunos gobernadores, para llegar a ese número.

Como se ve, la coalición opositora y los gobernadores se han convertido en los principales sostenes del presidente Fernández en el Congreso.

Después quedará por ver la postura pública de Cristina Fernández, que hoy alimenta el morbo y lleva a especular con que podría tener una actitud similar a la Julio Cobos, con aquel famoso voto “no positivo”, en 2008 durante la crisis de campo (en julio próximo se cumplirán 14 años).

Si no pasa nada extraordinario, la ley saldrá en tiempo y forma, los compromisos internacionales inmediatos se honrarán y Alberto lanzará su candidatura presidencial en el corto plazo. La ciencia ficción no tendría lugar en este capítulo.