Todas las personas en nuestro país, tienen derecho de participar en política sea militando o desde los respectivos cargos.

Pero, un fenómeno, que se viene advirtiendo desde hace años, es que determinados sindicatos son encolumnados por sus “transitorios dirigentes”, detrás de gobernantes de turno o de sus partidos políticos.

Se han observado casos de sindicatos cuyos dirigentes se muestran cada vez que pueden hacerlo, en fotos o reuniones con un mismo político o con un partido de determinado signo.

Casos de organizaciones sindicales, que prestan sus instalaciones a esos políticos o a su partido, para hacer actos, para lanzamientos de campañas, y han llegado a desarrollar en el propio gremio hasta cursos de formación política partidaria.

Casos de organizaciones sindicales que han sacado solicitadas en distintos medios, apoyando candidaturas de algún dirigente político.

Casos de organizaciones sindicales, que “han quedado pegadas” a la imagen de tal o cual político o espacio partidario, por estar apoyando abiertamente en el tiempo a los mismos.

Esto es sin lugar a dudas, un grave error.

Estas conductas erradas de algunos sindicalistas, solo terminan condicionando a la propia organización sindical.

Estas conductas erradas, destruyen la independencia del sindicato en relación a políticos o a espacios partidarios.

Estas conductas erradas terminan distorsionando las funciones como las finalidades que tiene una organización sindical.

A veces desde algunos sindicatos se olvidan que dentro de sus filas, existen afiliados que son afines al peronismo, al radicalismo, al socialismo, a la izquierda, incluso muchos son apolíticos.

Durante años en nuestro país, escuchamos que había una C.G.T. oficialista y una C.G.T. opositora, una C.T.A. oficialista y una C.T.A. opositora.

¿Oficialistas y opositoras de qué? Del gobierno de turno.

Se trató, de espacios sindicales que apoyaron abiertamente determinados gobernantes y otros que se autoproclamaron opositores a ellos.

¿Qué ganó la clase trabajadora con ese inútil posicionamiento gremial en nuestro país?

¿Qué nuevos derechos, conquistas o logros se alcanzó para los más vulnerables, los jubilados y los trabajadores?

Por ejemplo: ¿Se logró bajar la pobreza? ¿Se sustituyeron los planes sociales por trabajo genuino? ¿Se mejoraron las jubilaciones y prestaciones médicas de nuestros abuelos? ¿Se pudo reducir el trabajo no registrado? ¿Se logró eliminar la cuarta categoría del impuesto a las ganancias? ¿Se lograron mejorar las condiciones dignas de trabajo?

Pues nada de eso pasó…

Claramente, al pueblo no lo benefició.

Quizás desde algunos espacios gremiales oficialistas, se lograron algunas candidaturas para ciertos dirigentes, pero para la gente nada.

¿Cuál ha sido el resultado de este proceso de politización partidaria del sindicalismo?

¿Cómo está hoy en día la C.G.T.?

Una Central Obrera de Trabajadores, que históricamente defendió no solo a los jubilados y a los trabajadores.

Desde hace un tiempo, quedaron a su frente, dirigentes que no representan a nadie más que a sus propios intereses personales. Dirigentes que solo han sido funcionales en su manifiesta inacción, gestión nula, sin plan de luchas alguno, mirando pasivamente como se aprobaba una nueva reforma jubilatoria (recortes de haberes de jubilados), como se suspendían y despedían por miles trabajadores, y muchas otras cosas más, y nada hicieron. Un fracaso total.

Este claro ejemplo y muchos más existentes, nos demuestran que la dependencia política de algunas organizaciones sindicales, respecto de los políticos o espacios partidarios, solo trajo dependencia y condicionamiento para llevar adelante planes de la lucha o gestiones. También trajo la pérdida de derechos y conquistas de la clase trabajadora. Y también trajo como resultado final, la destrucción de algunas organizaciones sindicales (la C.G.T. es un caso notable).

En los sindicatos, solo debe hacerse política sindical, y no partidaria.

En los sindicatos, solo deben hacerse cursos de formación sindical y no políticos o partidarios.

Los sindicatos están para defender el salario, los derechos y conquistas adquiridas para los trabajadores y luchar por nuevos logros, y no están para defender ni políticos o espacios partidarios.

Hay que aprender de los errores (especialmente las nuevas generaciones), para no tropezar dos veces con la misma piedra; porque de hacerlo nuevamente la dirigencia sindical, quienes padecerán las consecuencias serán sus propios representados.