Resulta alarmante ver que la vida política Argentina continúa como si poco hubiese pasado. Seguramente tardaremos un poco en comprender que todos los que queremos paz y democracia hemos tenido un arma apuntando a nuestras cabezas. El ataque fue extremo. Alfonsín y Cristina afrontaron una bala que no salió. Esto debería bastar para que radicales y peronistas se reúnan y convoquen a la paz nacional en un marco de respeto incondicional a las Instituciones democráticas.

La democracia sin paz social es inviable. La paz social pende de un hilo y no hay paz posible sin democracia. Es la democracia la que nos brinda los elementos necesarios para convivir, aún en la alternancia y con las lógicas diferencias. Pero la democracia también nos da un marco, fuera del cual sólo hay violencia. No repudiar el atentado es quedar fuera del marco democrático. El silencio de la Presidenta del PRO y la irritante quietud de la CGT son muy significativos en ese sentido antidemocrático.

Personalmente no creo que la Argentina haya estado al borde de una guerra civil. Pero sí estoy seguro que con un Gobierno débil y timorato no habrá la contención institucional que este presente requiere para que no se llegue a enfrentamientos irreversibles. No creo la teoría del lobo solitario que tratan de vendernos. Para muestra sólo basta ver cómo se ha neutralizado el celular del atacante en el propio Juzgado o cómo ahora los que se beneficiarían con el crimen tratan de culpar a la víctima. 

El Gobierno es quien debe enfrentar a los que mienten descaradamente. Ellos son los golpistas que ponen en riesgo el futuro de la democracia. La mentira es el arma de los que odian y es el Poder Ejecutivo el que debe enfrentarlos, desarmarlos y desenmascararlos. El pueblo lo apoyará con todas las marchas y acciones que sean necesarias. Alberto Fernández no puede seguir complaciente frente a los anti democráticos.

Basta con leer el odio expresado en las redes sociales, para comprender cuánto han calado los medios de desinformación. Ya no son sólo señales. La violencia extrema está en la bala que no salió, como bien lo supo Alfonsín y lo sufrimos ahora ahora Cristina. Estamos en un momento bisagra de la historia. Es ahora cuando se puede lograr un acuerdo que incluya a los Argentinos democráticos y deje afuera a los violentos. Es necesario establecer nuevas bases fundacionales que permitan acordar políticas de Estado que no puedan ser cambiadas al antojo de los gobiernos, sin consultar a las grandes mayorías. En estas nuevas coordenadas de la Patria no hay lugar ni para los violentos golpistas, ni para los tibios. 

Ni tibios ni golpistas, la columna de Álvaro Ruiz Moreno