Desde hace ya más de un año, los sentimientos sociales que miden las encuestas están atravesados por la situación de pandemia. La primera ola del Covid-19 que irrumpió en 2020 tuvo un fuerte impacto en esa variable y es muy probable que sus efectos se agudicen en la segunda ola que ya transita nuestro país. En ese marco, un estudio de alcance nacional realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires (OPSA-UBA) antes del comienzo de la segunda ola ya había cuantificado un 60% de impacto negativo en la salud mental (40% se sentía algo peor que antes + un 20% que se sentía mucho peor). Por otro lado, casi un cuarto de los adultos (24%) decía sentirse igual que antes y apenas 16% experimentaba un sentimiento de mejoría (7% mucho + 9% algo; gráfico arriba). En cuanto a la perspectiva a futuro, había mayores matices: un 28% se sentía mucho más pesimista (sentían mucho cambio o un cambio drástico hacia adelante), un 30% algo más pesimista, un 28% no sentía cambios y un 15% veía cambios para mejor. Si agrupamos todas las respuestas con algún nivel de pesimismo, el resultado es 58%, muy similar al 60% que veíamos en la primera variable.

Asimismo, el pesimismo queda puesto de manifiesto en las respuestas asociadas a sentimientos, emociones y pensamientos: incertidumbre es el primero (15%), mientras que cansancio y agotamiento alcanzan el 9%; angustia y temor al futuro llegan al 7%, cerrando el top 3 de negatividad. En el caso de los sentimientos con un tono positivo, reflexión llega al 9%, paciencia al 8% y optimismo al 6% (gráfico arriba).    

Cuando pasamos del orden nacional al local, vemos que la relación pesimismo/optimismo se ubica en los mismos órdenes de magnitud, esto es, con el primero en torno al 60% y el segundo en torno al 40%, con +/- el margen de error muestral promedio de los distintos estudios. Según una encuesta realizada por Plebs Consultora en la ciudad de Córdoba a fines de febrero (antes del comienzo de la segunda ola del coronavirus), el 64% de los sentimientos eran negativos y el 35% positivos. El top 3 de sentimientos negativos se conformaba con bronca (22%), angustia (17%) y desilusión (11%), mientras que el top 3 de positivos lo componían esperanza (17%), optimismo y confianza (7%; gráfico arriba). 

Cuando pasamos a una medición de la misma consultora, pero esta vez de carácter provincial y ya en plena segunda ola (realizada entre el 1 y el 5 de abril), vemos que la negatividad llega al 80% contra apenas 19% de sentimientos positivos. El top 3 de pesimismo lo componen angustia (32%), bronca (27%) y desilusión (19%), mientras que el podio de positivos se conforma con esperanza (10%), optimismo (6%) y confianza (3%; gráfico arriba). Así, más allá de los matices entre ambos estudios (uno en Córdoba Capital y otro de alcance provincial), los datos parecen confirmar la hipótesis de que la segunda ola agudiza los sentimientos de pesimismo. 

En la misma línea, la primera encuesta realizada por Proyección Consultores luego del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que dispuso nuevas restricciones en provincia de Buenos Aires (PBA) y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) arrojó que casi el 62% de los residentes en ese conglomerado se muestra preocupado por la cantidad de contagios registrados, en tanto que casi 25% siente tristeza y una proporción similar enojo; luego, aparece el sentimiento de temor, con casi 17%. Menos del 10% no se siente preocupado, está indiferente o se siente tranquilo frente a los contagios (gráfico arriba). Esas tendencias son consistentes con las percepciones acerca de la probabilidad de colapso del sistema de salud: 80,2% considera probable que eso suceda (casi 36% mucho y 44,4% bastante), mientras que apenas 15,1% lo ve poco o nada probable (gráfico abajo).

En síntesis, los datos de las encuestas previas a la segunda ola y las primeras posteriores a ella refuerzan la conclusión de nuestra columna de la semana pasada, en el sentido de que la postura despreocupada respecto a la pandemia es minoritaria y está sobrerrepresentada tanto en términos mediáticos como político-electorales. En este marco, la resistencia de las autoridades de CABA frente al DNU del gobierno nacional que establece nuevas restricciones para frenar los contagios de la segunda ola de coronavirus pone en evidencia que, así como durante el 2020 Juntos por el Cambio (JxC) comenzó a disputar agenda con los libertarios corriéndose del centro hacia la derecha del espectro político, ya en pleno año electoral la puja entre halcones y palomas en JxC (o, en otros términos, entre opositores duros versus opositores dialoguistas) arrastra al jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta hacia posiciones de menor moderación y mayor confrontación con el gobierno nacional que pueden ocasionarle un serio costo político si se hace realidad el temido colapso del sistema de salud de CABA.