Calificativos de todo tipo ya se han vertido sobre lo que fue y no debería ser un debate entre los candidatos a dirigir la nación más poderosa del planeta.

En boxeo hay una frase que sintetiza lo ocurrido anoche. ´´Cuando uno no quiere, dos no pueden´¨. Anoche el único que quiso debatir fue el ex vicepresidente de Obama, pero la táctica usada por Trump hizo imposible que el debate transcurriese de manera normal, civilizada y propositiva para los ciudadanos.

¿A quién le sirvió y para qué? A estas horas, los analistas norteamericanos y aquellos que desde distintos confines del mundo siguieron la transmisión, coinciden en un punto: fue el peor debate en la historia del país, desde que Nixon y Kennedy dieron el puntapié inicial a principios de la década del 60.

Tan inconcebiblemente malo fue lo de anoche, que no son pocos los que plantean si inevitablemente deberán encontrarse dos veces más o con lo de ayer alcanza y habría que suspender los próximos

Pero mientras esa discusión discurre entre el fango y la vara baja, arrimemos algunas ideas para ir aproximándonos a la que promete ser una de las elecciones más complejas y discutidas de los últimos años, o La Tormenta Perfecta, como me la definió esta mañana en Radio Universidad el analista internacional Daniel Zovatto.

Aconsejaría no creer que la ventaja que todos los sondeos le dan hoy a Biden vaya a ser definitiva ni mucho menos. Para ello, basta recordar que Hillary Clinton llegó al primer martes de noviembre de 2016 con ventaja sobre Trump. Luego la realidad se encargó de poner las cosas en su lugar, pese a que la candidata demócrata consiguió 3 millones de votos más que su competidor.

Las elecciones, nunca está de más recordarlo, no se define por la suma de sufragios, sino por las victorias en cada estado y el número de delegados que se consigan.

Hecha la salvedad, ¿adónde apuntarán los candidatos en las semanas que restan para el partido definitivo?

La historia norteamericana enseña que, para cambiar a los oficialismos, sobre todo cuando de reelecciones se trata, es clave movilizar a la mayor cantidad de votantes que se pueda, imaginando que ese amplio porcentaje que no quiere ir a las urnas en realidad no está comprometido con la modificación del status quo.

Los demócratas confían en esa movilización y en los votos que lleguen por correo. Trump espera mantener incólume su base, que como ocurre en la Argentina con Cristina Kirchner y Mauricio Macri, es numerosa, fuerte y abigarrada, pero sola no alcanza para ganar.

Habrá que seguir con atención lo que venga del Norte, que muestra cada vez más profundamente  la existencia de dos países en búsqueda de horizontes distintos.