Entre las principales preocupaciones de la gente están la cuestión económica cotidiana, el aumento de los precios, la falta de trabajo y la corrupción. Sin embargo, los políticos han elegido otro escenario de confrontación, la salud y la educación. 

Mientras Larreta, seguramente presionado por Macri, ha optado por la presencialidad escolar como caballito de batalla de la campaña electoral, el gobierno nacional avanza fuertemente con la campaña de vacunación. 

Recientemente terminó una encuesta de Zuban-Córdoba y Asoc. que ha indicado que casi el 80% tiene intención de vacunarse, el 96% siente que cumple con los protocolos de cuidados, y que más del 63% de los argentinos consideran necesarias las medidas de restricción para reducir los contagios.

El Macrismo con Larreta a la cabeza quiere los chicos en clases presenciales, aún cuando aumentan los casos de internados por el virus. Para ellos, es cuestión de vida o muerte que los niños estén en las aulas porque eso simboliza la libertad y la apertura para las actividades comerciales y económicas. Para el gobierno, en cambio, la clave está en no permitir el colapso del sistema de salud recién reconstruido. El gobierno nacional comunica mal sus logros, pero tiene a su favor la contundencia de los hechos y de la realidad. El sistema no ha colapsado, la mayoría apoya las medidas de cuidados, casi todos quieren vacunarse, y encima la mejor vacuna del mundo, que es la Sputnik V, terminará de fabricarse en los laboratorios Richmond de Argentina y con importante inversión estatal.

No obstante todo lo expuesto, una confrontación electoral sin código y en marco de pandemia, es muy peligrosa. Hay que tener presente que sólo el 50% de los argentinos confía plenamente en el sistema democrático y cualquiera que estire la cuerda más allá de lo razonable podría poner en jaque al sistema mismo. Y, esto está ocurriendo desde el momento en el que el ala dura de la derecha rechazó el decreto ley del presidente, creando caos institucional, subvirtiendo la Constitución y las leyes, y también judicializando la política para que sus jueces acólitos contribuyan a violar el orden constitucional. Y la semilla del golpismo aún está en vida latente en la Argentina. No lo olvidemos.

El cordobesismo es un caso aparte. En Córdoba la mayoría se siente ajena a la disputa política nacional. Mira con buenos ojos a Macri y sus seguidores, y no se da cuenta que el virus llega en diferido pero con la misma virulencia. Incluso el Peronismo local se siente más cómodo con los postulados del PRO que con los de Fernández y cree que al final podría tener opción presidencial cuando los otros dos contrincantes se desgasten. 

En mi opinión, será la realidad la que al final les imponga la agenda a todos los políticos.