Ansiedad, nerviosismo y tensión gobiernan los días de la política de Córdoba, a una semana del cierre de listas y con muchos casilleros por llenar en las principales alianzas y partidos políticos que se presentarán en las próximas elecciones.

El minué que bailan el radicalismo y todo Juntos por el Cambio es de lo que más se habla y persisten las indefiniciones, ya que Mario Negri sigue aferrado al “ni” como respuesta cuando le preguntan si será candidato a senador.

El peronismo schiarettista tiene su valija más ordenada, puesto que, al menos, ya definió quiénes serán las cabezas de cada lista: Alejandra Vigo encabezará la nómina de postulantes al Senado nacional, mientras que Natalia de la Sota liderará la boleta para Diputados. En ese caso, la falta de certezas se ubica en algunos de los casilleros que completan la lista. De todos modos, la expresión “falta de certezas” podría ser errónea, si es es verdad lo que relatan algunas voces cercanas a Schiaretti, “el gobernador tiene perfectamente definido el esquema pero sólo lo blanqueará minutos antes de la medianoche del 24 de julio”, cuando venzan los plazos fatales para la presentación de aspirantes en esta elección de medio término. No se sabe si esto es así por folclore electoral o para mover las piezas después que lo hayan hecho los adversarios de las urnas de setiembre.

Donde también existe una falta de definición importante es en el frente albertista-kirchnerista, que tiene a Carlos Caserio y Gabriela Estévez como cabezas de boleta de postulantes al Senado de la Nación. Aquí, si se quiere averiguar sobre quiénes serán los candidatos a diputados nacionales, dicha tareano será fácil e  implica sortear primero un amplio terreno de arenas movedizas.

El candidato que quiere el sistema kirchnerista es Martín Gill, actual secretario de Obras Públicas de la Nación e intendente de Villa María, que cursa su cuarto período de licencia en la ciudad cabecera del departamento San Martín. A propósito, la última la logró con el apoyo de los concejales que responden al concejal Eduardo Accastello, su adversario de pago chico.  

Gill no está interesado en ser candidato por varias razones, entre ellas porque no quiere generar un nuevo polo de discordia en su ciudad. Para ello tendría que seguir pidiendo licencia como intendente o bien renunciar al cargo, cosa a la que, por lo que se ve, no está dispuesto. Tampoco es muy amigo de abandonar la secretaría de Obras Públicas de la Nación, función que lo posiciona hacia futuro en toda la provincia, especialmente por los emprendimientos que puede concretar. Se sabe que inaugurar obras públicas es sinónimo de dar buenas noticias.

La promesa

Sin embargo, hay un hecho del que no se habla demasiado, pero sería vital: su relación con el gobernador Juan Schiaretti. Ciertas especulaciones en el Centro Cívico que vinieron de calificados despachos mentan que Gill tendría chances de ser habilitado para competir con Martín Llaryora en una eventual carrera por la gobernación en 2023. Sería una competencia de tres, según las fuentes. Por eso, al intendente de Córdoba y al licenciado de Villa María habría que sumarle a Juan Manuel Llamosas, el jefe municipal de la ciudad de Río Cuarto

Esa supuesta promesa sería la que entusiasma a Gill, quien seguirá evaluando la situación hasta último momento. Algunos peronistas sostienen que “Martín sabe que el tren no pasa dos veces y por eso piensa que quedarse en el Ministerio de Obras Públicas puede ser interesante para consolidar sus aspiraciones de gobernar la provincia en el futuro.

Sin embargo, hay otro punto a tener en cuenta: nada le garantiza al villamariense que si rechaza el convite para convertirse en parlamentario, la Casa Rosada le mantenga su puesto en la estratégica y políticamente rentable función que ejerce por estos días. La novela seguirá después de la tanda…