Este miércoles se reunirán Joe Biden y Vladimir Putin. En el marco del primer viaje de Joe Biden como presidente, primero a la cumbre con sus pares del G7, y ahora con su homologo ruso, todos los focos están puestos sobre los resultados de esa conversación, que se llevará adelante en la ciudad de Ginebra. Desde su campaña presidencial el año pasado, los dardos verbales de Biden a Putin han sido largos y contados, mientras que el jefe del Kremlin tampoco se ha quedado callado. La cumbre no será meramente protocolar, sino que tiene la clara intención de frenar la escalada de tensiones y evitar que se produzca un conflicto de consecuencias impredecibles. Hace algunos meses, el presidente de los Estados Unidos había sorprendido al llamar directamente “asesino” en público a Putin. Desde su asunción, el demócrata plantea el escenario internacional como una especie de conflicto entre las democracias liberales occidentales y lo qué él considera dictaduras o “autocracias”. Apenas 48 horas antes del encuentro no aminoró su retórica, sino que volvió a referirse a Putin como un “autócrata”. A su vez, afirmó que es “más débil de lo que aparenta”. Si bien, no hubo respuesta pública del ruso, el Kremlin siempre toma nota. 

Hay algunos temas principales sobre la mesa de antemano. Biden ya adelantó que interpelará a Putin sobre cuestiones referidas a espionaje ilegal, injerencia electoral rusa en los comicios estadounidenses, piratería informática, supuestas violaciones a los derechos humanos y la situación particular del opositor Alexei Navalny, actualmente detenido en una prisión rusa. Además, se tocarán algunos temas claves que tienen que ver con la geopolítica y los intereses de Estados Unidos en la región, especialmente lo concerniente a Bielorrusia y a Ucrania. El gobierno bielorruso, encabezado por Alexander Lukashenko, considerado por Washington como un dictador que viola los derechos humanos, es un aliado clave del Kremlin en la zona, mientras que en Ucrania continúa el conflicto territorial en la península de Crimea. De hecho, en los últimos meses hubo nuevos movimientos de tropas en la región y Biden aseguró que apoyará de manera “inquebrantable” a Volodomir Zelenski, presidente ucraniano, en cualquier tipo de enfrentamiento que sostenga con Rusia. Ya durante la campaña, había prometido que iba a impulsar la entrada de Ucrania en la OTAN, algo que Rusia considera poco menos que una provocación.  La Casa Blanca ve al Kremlin como un agresor con claras intenciones expansionistas en su zona de influencia.

Biden declaró que: “Los autócratas tienen un poder enorme y no tienen que responder a un público, y el hecho es que, si yo respondo de la misma manera, como lo haré, puede ser que eso no lo disuada, él quiere seguir adelante”. Ya desde el vamos marca diferencia. Lo cierto es que Putin también debe responder ante el pueblo ruso, y sus años de permanencia en el poder muestran que así lo viene haciendo desde 1999. Rusia fue apartada del G8 -actual G7- desde la Guerra de Crimea, en 2014. Y la relación entre Washington y Moscú se encuentra en su peor momento desde principios de la década de los noventa, tras el fin de la Guerra Fría. Aunque ambos líderes ya se conocen cuando Biden fue vicepresidente de Barack Obama, este será el primer encuentro presencial desde que el demócrata llegó al poder como cabeza de la Casa Blanca. Este miércoles, todos los ojos de la comunidad internacional estarán posados sobre Ginebra. Cualquier gesto, frase o movimiento será escrutada hasta el hartazgo por los especialistas en análisis gestual y discursivo. No es para menos, las relaciones entre dos de los principales países del tablero geopolítico mundial es fundamental para un desarrollo pacífico y una comunidad internacional tan sólida como estable.