La cuarentena comenzó a relajarse y eso se puede comprobar día a día. Primero se fueron ampliando los servicios esenciales, algunas actividades profesionales, la apertura de comercios y también el esparcimiento de las familias, aunque con algunos condicionamientos.

Obviamente, todas las disposiciones del Gobierno provincial están puestas bajo una lupa y las autoridades ya avisaron que, ante el menor problema, todo tendrá una vuelta atrás.

El riesgo que conlleva la posibilidad de que cada cordobés salga a caminar hasta cinco cuadras de su casa en cualquier sentido durante una hora los fines de semana es el último experimento. Y por eso será analizado con todo detenimiento.

De todas maneras, uno de los mayores enemigos del combate al Covid 19 por el momento está dando un respiro a las autoridades: hablamos del transporte público.

El paro de actividades de los choferes urbanos nucleados en UTA y los interurbanos que responden a Aoita, es un factor clave para evitar un crecimiento importante de las infecciones.

Eso convierte a UTA y Aoita en grandes e involuntarios aliados de la Municipalidad de Córdoba. Por esta razón, ni los soldados de Schiaretti ni el escuadrón de Llaryora harán nada para que la situación se modifique en el corto plazo o hasta que pasemos el pico de los contagios.

Eso es una verdad que ningún funcionario la va a decir de manera oficial pero que se reconoce. Hoy en el Palacio 6 de Julio y en el Panal miran de reojo la situación, sabiendo que lo que más les conviene es la continuidad de ambas medidas de fuerza.

Esto es así, guste o no, y al que le quepa el sayo que se lo ponga, como dice un proverbio surgido de la sabiduría popular. Asienten algunos funcionarios provinciales y municipales, aunque casi no hablan sobre el punto.

No importa que el usuario (es decir el vecino) se vea en figurillas para ir a trabajar, a hacer un trámite, etcétera sin que su bolsillo explote. Se han visto ejemplos conmovedores acerca del esfuerzo de la gente para trasladarse. Los estados provincial y municipal, bien gracias.

Lo que sí está más o menos definido, es la ofensiva de Llaryora contra los sindicatos que tienen relación con el municipio, reconocen hombres del entorno de Llaryora.

La muestra es el embate contra el Suoem, que se tradujo en la reducción de la jornada de trabajo diaria, que pasó de siete a seis horas.

Ahora, admiten las fuentes, habrá dos nuevos ataques, ejecutados de a uno: los choferes de ómnibus y los recolectores de residuos. El intendente es un apasionado de los sondeos de opinión y todos los que lee marcan que con acciones de esta naturaleza llevará agua para su molino.