A la hora de la cena, redes sociales y noticieros impactaron en cada mesa argentina para dar cuenta de lo que nadie esperaba: una mente irracional había intentado matar a Cristina Fernández de Kirchner.

Todo el arco político, absolutamente todo, salió velozmente a repudiar el ataque con una sola excepción: Amalia Granata, que consideró al miserable ataque como “una pantomima” para “victimizar a Cristina”. Una locura, o mejor dicho, una estupidez porque esta no es la hora de hablar de acuerdo a “lo que a mí me parece”, sin ningún tipo de pruebas ni argumentos que permitan dudar del agresor.

Casi de inmediato, fue detenido por el hecho un ciudadano brasileño de 35 años, Fernando André Sabag Montiel.

Casi en paralelo, en el discurso que pronunció para decretar un feriado de 24 horas, el presidente Alberto Fernández responsabilizó por la situación que vive el país al discurso “de odio y de violencia” que utilizan diversos sectores en el país, entre los que mencionó a los medios, a la Justicia y a referentes políticos.

Nada dijo Alberto Fernández de que el odio y la violencia no viene de un solo lado, es una guerra de dardos cruzados entre oficialistas y opositores que, además, lo incluyen. El propio presidente suele utilizar mensajes dominados por la vehemencia y la agresividad para los que no piensan como él o que se le oponen. La lista en el Frente de Todos es larga, al igual que en Juntos por el Cambio. Los rivales muchas veces se parecen más de la cuenta. 

El feriado que decretó Alberto y las numerosas marchas convocadas para reclamar el pronto esclarecimiento del hecho sufrido por la vicepresidenta, ojalá sirvan para tender puentes y aflojar la tensión social que vivimos en este país gobernado por la grieta.

Ojalá que cuando se tilde de “macrista” o “kirchnerista” a una persona, no sea para demostrar desprecio y una forma de odio. Ojalá los argentinos aprendamos la lección.

Se trató de un hecho gravísimo, que nos debe llevar a reflexionar a todos. Hay que buscar respuestas que contribuyan a reparar la paz social, no a lanzar provocaciones que tengan la única finalidad de dañar al que piensa diferente.

La Justicia deberá actuar rápido y resolver con velocidad supersónica esta irracional avanzada contra el sistema. Esa es la manera de ganarle la guerra a los violentos.