Según el medio sanfracisqueño El Periódico, una joven de 26 años de la ciudad del este cordobés debió padecer un peregrinaje por consultorios médicos, tanto de la clínica Enrique José Carrá como en el Sanatorio Argentino, para conseguir que le permitan hacerse una ligadura de trompas.

Esta decisión sobre su cuerpo la tomó luego de ser diagnosticada por una rara enfermedad y por la cual corre riesgo de vida en caso de quedar embarazada.

Pese a explicar su condición médica, se encontró con las mismas objeciones: que era demasiado joven, que algún día iba a arrepentirse y que no podría darle un hijo a su pareja. Incluso, aseguró que una médica la echó de su consultorio argumentando que todo era una “moda de los pañuelos verdes”.

Luisina Barraud, de 26 años, es oriunda de Devoto, y fue diagnosticada en 2017 con el síndrome de Ehlers Danlos, una enfermedad genética muy poco frecuente.

Por ello, decidió ligarse las trompas para no tener que afrontar un riesgo de vida en caso de quedar embarazada.

Sin embargo, y a pesar de ir acompañada por su madre, a fines de 2018 fue a una consulta con su médica ginecóloga de cabecera en una clínica privada.

“Aun contándole mi situación de salud a mi ginecóloga, que conocía mi caso, me hizo muchas preguntas como si estaba completamente segura, qué opinaba mi pareja, qué opinaban mis padres y qué iba a hacer el día de mañana si me arrepentía. Estaba en juego mi vida, no era un capricho”, contó Luisina a El Periódico.

Su decisión se apoya en la Ley de Anticoncepción Quirúrgica 26.130, sancionada en 2006, que establece como únicos requisitos para la ligadura de trompas en la mujer o vasectomía en el hombre ser mayor de edad, recibir información clara y firmar un consentimiento escrito. No se necesita evaluación psicológica o psiquiátrica, consentimiento de cónyuge o pareja ni tampoco autorización judicial.

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Tras el primer rechazo, la joven decidió hacer otra consulta con otro profesional ginecólogo dentro del mismo nosocomio.

En esta oportunidad, el médico que la atendió no era objetor de conciencia y le indicó los estudios pre quirúrgicos que habilitan la intervención.

Pero el problema se dio al llegar a la Administración de la clínica. Le dijeron que harían pasar la cirugía como si fuera de otro tipo.

"Me dijeron que lo iban a hacer pasar como un quiste ovárico sangrante. Algo que yo no tengo y es ilegal. Y me cobraban a mí además de a la obra social", aclaró.

En la tercera, Luisina quiso hacer entonces otra consulta con una ginecóloga en otro sanatorio privado.

“Cuando le dije que quería ligarme las trompas, directamente dejó de escribir mi nombre en la ficha y me preguntó qué había hecho antes de llegar a ella. Le respondí que había golpeado puertas en otros lugares y me pidió que me levante y me vaya”, relató la joven.

Finalmente, con la intervención del ginecólogo Saúl Kohan, la operación fue programada en el Hospital Iturraspe.

Entonces, la joven resumió al diario sanfrancisqueño: "Todos dejaron de lado mi riesgo de vida y haciendo caso omiso a la ley de contracepción quirúrgica del año 2006".

“Es decir, que yo no tengo autonomía de mi cuerpo, tengo que ser la incubadora de otra persona; si no, no sirvo para nada”, cuestionó.