En medio de sus amaneceres tempraneros en Argentina dice que siempre tienen lugar los “dos mil quinientos abdominables diarios promedio” que realiza, además de “hacer trote” en una cinta. Y mientras va delineando su nuevo libro junto al periodista Martín Sivak, Evo Morales cumple a rajatabla el aislamiento y dice: “Estoy hace cinco semanas sin hacer un paso hacia la calle”.

Aduce que “en el fútbol de Argentina soy de Boca y en Copa Libertadores soy de River”, mientras celebra por “esos gritos que animan en los actos, me encantan”.

El expresidente boliviano llegó al país proveniente de México, después de que su Gobierno sea derrocado. Distinguido con el doctarado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba, no sólo no pudo concluir su mandato, sino que tampoco asumió el siguiente, pese a ganar las elecciones.

En plena cuarentena, agradece a sus coterráneos en el país, que “frecuentemente me traen frutas y verduras” y a “la solidaridad del Gobierno, el pueblo, los dirigentes sindicales y las organizaciones sociales”.

En el programa Nada del otro mundo, brindó su particular visión del coronavirus, sin dejar de lado su antiimperialismo, aduciendo que “este virus no obliga a no poder abrazarnos y besarnos, nos quita lo mejor”.

El Golpe

Pasados los meses, recordó los días previos a su salida, señaló haber escuchado grabaciones y apuntó a presuntos sobornos recibidos por los mandos superiores de las Fuerzas Militares: “El 7 de agosto seguían proclamando su lucha contra el imperialismo. No sé por qué ese cambio. ¿Si hubo mucha plata? No lo sé”.

A la hora de hacer una autocrítica, le apuntó a la necesidad de “ideologizar al pueblo boliviano”, y agregó que en charlas internas reconocieron como error “hacer reuniones por obras y cargos”.

Se mostró optimista de cara al futuro, pese al período eleccionario suspendido por la pandemia.

“Esto va a pasar. Porque después de que la Policía se amotinara y las Fuerzas Armadas me pidieran la renuncia y me quitan avión presidencial, se vendrá como un contragolpe en el fútbol”, sostuvo.

Apuntó que “es cuestión de tiempo”, y que en Bolivia “vamos a recuperar la democracia, la Patria, nuestro proceso de cambio y le devolveremos la dignidad al pueblo boliviano”.

Durante el diálogo con FM 102.3 sostuvo: “Las nuevas generaciones no conocen cómo se vivía en dictadura. En los últimos tiempos el pueblo no vivió tan mal como antes, y tuvo otras expectativas. Pero tampoco se puede confiar sólo en la Policía, no por la tropa sino por las altas autoridades. Y por las prebendas, también en el mando militar”.

Sobre el proceso actual, que conduce Jeanine Añez, fue tajante al afirmar que “la dictadura y la pandemia se parecen en algo: ambas están destrozando la economía”.

Sentenció que “hasta el Golpe de Estado, nunca pedimos ni un dólar al Banco Central. Y ahora llevan 2800 millones para pagar sueldos y aguinaldos, y otros 1000 millones de reservas para gastos administrativos”.