Era jueves cuando desde el Arzobispado de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez expresó "mi malestar y mi propósito de no acompañar medidas", ante la suspensión de la celebración de cultos dispuesta por el gobierno provincial, en medio del incremento en la fatalidad de la pandemia por coronavirus.

Hablaba allí de "una cuarentena prolongada" y pedía por "la buena ciencia".

Desarrolló en un comunicado su intención de celebrar misas de todos modos. Finalmente, el "diálogo franco" que solicitó a las autoridades se concretó y en un nuevo texto celebró la cesión: podrá cumplirse la "celebración de la Eucaristía con una presencia máxima de 30 personas". 

El texto, que además de Ñáñez firman los obispos Pedro Javier Torres y Ricardo Orlado Seirutti, deja de lado la denuncia de "exageradas" planteadas con anterioridad, ya que según el planteo original "afectan a la salud espiritual de las personas".

Con las diferencias zanjadas, para el Arzobispado se "ha permitido clarificar diferencias de interpretación de las disposiciones y defectos en la comunicación de las mismas".

Se cita también que las disposiciones oficiales autorizan además "la apertura de los templos en un horario determinado, la celebración de bautismos y matrimonios, con un número máximo de participantes" cumpliendo protocolos.

Con un agradecimiento "al Sr. Gobernador y a sus colaboradores", la carta cierra diciendo: "Entendemos que de esta manera se puede llevar adelante, aunque limitadamente por el momento, la necesaria atención espiritual de los fieles que dice relación a su salud integral".