A 45 años del golpe de Estado que terminó con el gobierno de Isabel Martínez de Perón en 1976, la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés) desclasificó nuevos documentos que revelan que el gobierno norteamericano tenía conocimiento de los planes de los militares, semanas previas al 24 de marzo. 

Los documentos relatan cómo el entonces embajador norteamericano en Argentina, Robert Hill, fue un intermediario central entre la implicación estadounidense y la Junta Militar. Según consta en los escritos, Hill había recibido a Emilio Eduardo Massera a principios del 76.

Además, revelan que el embajador mantenía informado al secretario de Estado de ese momento, Henry Kissinger. A mediados de febrero le envió un informe con los aviones de los militares titulado "Posible golpe en Argentina". 

El subsecretario de Estado William D. Rogers fue el encargado de informar a Kissinger sobre el contenido del informe enviado por Hill. 

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"Es de esperar que (el gobierno militar) sea amistoso con Estados Unidos. Sin embargo, al intensificar la lucha contra la guerrilla, es casi seguro que un gobierno militar argentino incurrirá en violaciones de derechos humanos que generen críticas internacionales", afirmó Rogers según los cables revelados.

"Esto -agregó- podría llevar a cabo una presión pública y del Congreso de Estados Unidos que complicaría nuestras relaciones con el nuevo régimen", se detalla.

El apoyo clave:

Los documentos incluyen transcripciones, que hasta ahora eran secretas, de la reunión de gabinete de Henry Kissinger en la que él ordena apoyar de inmediato al nuevo régimen militar: "Quiero apoyarles. No quiero dar la impresión de que ellos están siendo hostigados por los Estados Unidos" ordena Henry Kissinger a su personal. En otra conversación entre Kissinger y Rogers acuerdan reconocer formalmente a la Junta "con discreción". 

Kissinger había sido advertido sobre la represión por Rogers, quién era el encargado de América Latina en la Secretaría de Estado. 

"Es de esperar una cantidad substancial de represión, probablemente mucha cantidad de sangre en Argentina muy pronto. Creo que van a tener que entrarle fuerte no sólo contra los terroristas sino contra los disidentes de los sindicatos y sus partidos", dice el subsecretario de Estado, según los archivos. 

En tanto, el embajador Hill le envía a Rogers un cable secreto reportando que el almirante Emilio Massera le solicitó a la embajada "le indicara una o dos reconocidas empresas de relaciones públicas en Estados Unidos para manejar el problema de la imagen del futuro gobierno militar".

Massera, según el cable, promete que los militares argentinos "no seguirán el ejemplo de Pinochet" y "tratarán de proceder dentro de la ley y con pleno respeto de los derechos humanos".

A través de sus voceros, los militares argentinos indican a la Embajada que inevitablemente habrá violaciones de derechos substanciales, pero remarcan la necesidad de una comprensión mutua entre Estados Unidos y el futuro gobierno y destacan su interés por que éste no sea objeto de las mismas críticas que Chile y Uruguay.

Por otro lado, el embajador Hill detalla: "Tengo planes y reservaciones para salir de Arge ntina la noche de marzo 17, si cancelara estos planes hoy y el golpe se llevara a cabo, digamos el 18 de marzo, ello podría ser interpretado por muchos como prueba de que teníamos conocimiento previo de la acción militar , es más, se podría decir que cancelé mis planes y me quedé aquí para ayudar a dirigir el golpe… Es en el mejor interés del gobierno de los Estados Unidos que proceda con mis planes tal como si no nos hubiésemos enterado… el hecho de que yo esté fuera del país cuando el golpe ocurra será, creo, un hecho a nuestro favor que indicará no intervención de la Embajada y el gobierno de Estados Unidos ", escribe Hill.

Fuente: La Voz