Las consecuencias, de por sí, pudieron haber sido peores.

A Walter Amici haber incendiado la habitación donde descansaban su expareja y la hija de ambos, en 2011, no le impidió, durante dos años, reiterar agresiones a otra mujer que le había pedido terminar la relación.

Este miércoles reconoció los hechos y fue condenado, después de un juicio abreviado, a cumplir tres años de prisión efectiva, por diversos delitos enmarcados en la violencia de género.

En el primer caso, Amici había golpeado a la víctima en la cara en presencia de su hija, y prometido que le iba “a prender fuego la casa”.

Lo hizo poco después, al tirar sobre las cortinas de la pieza en la que ambas descansaban, una esponja embebida en un líquido inflamable.

En el proceso judicial también se incluyó el caso de otra expareja, que denunció haber comenzado a recibir agresiones en 2016.

Pese a tener una restricción de acercamiento, le rompió el teléfono y le dañó la motocicleta personal.

Por esos hechos estuvo un mes detenido, pero según la denuncia en el año 2018 fue hasta la casa de la mujer, tiró abajo la puerta y le propinó patadas que le provocaron lesiones que le demandaron veinte días de recuperación.

Desde allí, se encuentra detenido y, tras el fallo, deberá cumplir la pena impuesta.