Pocas palabras pueden alcanzar a definirnos a los que estamos más fuera que dentro de este mundo, como las que lanzó al viento ante mil ávidos/as en el Teatrino Maria Escudero de la UNC, Rita Segato: “Cuando salimos volando a París somos blancos; cuando llegamos , somos negros.”
La síntesis de la antropóloga, me llevó de inmediato a recordar a los que iban para allá con la vaca atada en el barco y tiraban manteca al techo porque no se había tocado el último tango allí, mucho más sabrosamente, y la grieta que algunos creen reciente y producto de la pesada herencia, ya estaba tan abierta como la zanja de Alsina.

En una charla previa le recordé que Borges solía decir que hasta las mejores causas tiene malos defensores, en obvia alusión a furibundos fanatismos, y tras la sonrisa, me dijo que no siempre Borges tenía razón. Y frente a una mala sumatoria de pañuelos mencionada en un reciente discurso, corrigió que mal podrían sumarse el verde y el celeste puesto que respondían a diferentes lógicas: el verde es inclusivo y el celeste es absolutista.

Ni santa ni rita (pero su amor me dio como en el tango) dijo no usar el término “empoderarse”, también criticado sin explicar el porqué por el Negro Dolina, cosa que sí hizo Segato: “Es verticalista y yo creo en lo horizontal”. Explicar un título bien puede hacer dudar de su valía, pero una excepción… Paica, en lunfardo comenzó siendo despectivo de mujer, pero luego se fue suavizando hasta ser sinónimo de mina, percanta o grela. Y su origen puede rastrearse en el americanismo gauchesco donde “paico” es caballo, por lo que paica sería yegua. Sólo que esta yegua no mezcla pañuelos de diferentes colores…