Las colectividades armenias de todo el mundo conmemoran un nuevo aniversario del Genocidio Armenio a 106 años de su inicio. 

“El primer genocidio del siglo XX” se cobró la vida de más de un millón y medio de armenios que murieron masacrados por el Imperio Otomano ya sea por ejecuciones masivas, largas marchas por el desierto sirio o en campos de concentración.

Hasta el día de hoy, la memoria queda marcada a fuego en los descendientes de los sobrevivientes y la Segunda guerra del Alto Karabaj del año pasado reavivó el conflicto étnico que todavía continúa vigente.

“Fue un golpe muy grande sobre las heridas que venimos arrastrando porque no se cierra hasta que el que realizó el genocidio no lo reconozca”, afirmó Lilian Balian, presidenta de la Colectividad Armenia en Córdoba. Y agregó: “Vimos lo que nos habían contado nuestros abuelos. Que las iglesias se destruían, que pisoteaban las cruces, que los campanarios eran pateados y burlados”.

“Si el genocidio no se reconoce, le da la oportunidad al perpetrador a seguir haciendo lo mismo porque nunca tuvo una condena”, agregó.

“Si el genocidio armenio no se reconoce, se sigue perpetrando"

Mis abuelos, los sobrevivientes

Lilian Balian, presidenta de la Colectividad Armenia en Córdoba, recuerda a sus abuelos, sobrevivientes del genocidio.

Su abuela materna, cuenta a www.cba24n.com.ar, estaba casada con un odontólogo y tenía tres hijos. 

“Al marido lo mataron delante de sus ojos  y mi abuela salió en la caravana del desierto. Allí una hija se perdió; el varoncito, que era pequeño, muerió en sus brazos y la segunda también”, relató.

Siempre pensando en su hija extraviada y tras la larga marcha que se llevó la vida de gran parte de la población armenia en el Imperio Otomano, la abuela de Lilian comenzó a trabajar en un orfelinato. 

Allí conoció a un hombre, futuro abuelo de Lilian, que había emigrado a Argentina antes de la Gran Guerra y volvía a su ciudad de origen para llevarse a sus hermanas. Sin embargo, cuando arribó al lugar se encontró con un panorama desolador, sin casas, sin hermanas, nada.

El hombre le ofreció a la futura abuela de Lilian volver a Argentina con él. La pareja, junto a cuatro mujeres armenias más que esperaban casarse con los cuatro hermanos del futuro abuelo de Lilian, emprendieron el viaje y sentaron las bases de lo que hoy es la comunidad armenia en Argentina.

Los abuelos de Lilian se casaron en Argentina y tuvieron cinco hijas. Más adelante, la mujer se enteró a través de una carta que su hija perdida sobrevivió el Genocidio, había sido trasladada a Estados Unidos por parte de una organización armenia y adoptada por una familia.

“No sé más la historia porque se perdieron las cartas”, expresó Lilian.

Sobre sus abuelos, ya fallecidos, Lilian recordó que no les gustaba hablar mucho de lo que ocurrió en esa época oscura. A pesar de todo, afirmó: “Nuestros abuelos jamás nos trataron de imponer o transmitir odio. Siempre, la memoria, la justicia y el respeto”.

“Si el genocidio armenio no se reconoce, se sigue perpetrando"

¿Qué fue el Genocidio Armenio?

El Genocidio Armenio fue perpetrado por el Imperio Otomano entre 1915 a 1923 quien asesinó sistemáticamente a más de un millón y medio de armenios y desplazó a millones más.

Aunque las agresiones contra la población armenia fueron constantes durante el siglo XIX, se considera como fecha de inicio del genocidio o el Gran Crimen el 24 de abril de 1915.

Durante esa fecha, el gobierno otomano detuvo a 235 intelectuales armenios en Estambul y fue el inicio de una serie de masacres, desplazamientos forzados y deportaciones.

En el marco de la Primera Guerra Mundial, el objetivo del Imperio Otomano, gobernado en ese entonces por el partido Jóvenes Turcos, fue conformar un estado homogéneo compuesto por musulmanos turcos en oposición a las minorías armenias, griegas y asirias.

Una de las primeras medidas para exterminar la población armenia en territorio gobernado otomano fue la aprobación de la Ley Temporal de Deportación que otorgaba la facultad al gobierno otomano de deportar a cualquiera personas considerada "amenaza" para la seguridad nacional.

La ley provocó deportaciones masivas, decomiso de bienes y las Marchas de la muerte donde cientos de miles de armenios fueron forzados a caminar por el desierto sirio sin provisiones o asistencia alguna. Durante el trayecto, muchos desplazados perecieron y fueron víctimas de violencia por parte de los soldados otomanos.

Los sobrevivientes de las marchas de la muerte terminaban en su mayoría alojados en campos de concentración ubicados en lo que sería actualmente la frontera entre Turquía, Irak y Siria. Las condiciones de los campos de concentración fueron similares a las de las marchas, diseñadas para exterminar. Poca comida, escasez de agua, enfermedades y más violencia conformaron un cóctel que llenaron de cadáveres las fosas comunes de los centros de concentración.

Sin embargo, el traslado forzado fue solamente un solo método para implementar el genocidio. En muchas localidades, las fuerzas militares otomanas emprendieron directamente masacres con el objetivo de exterminar a la población armenia.

Las acciones genocidas finalizaron tras el final de la Gran Guerra (1918) y la desintegración del Imperio Otomano (1922). Gran parte del territorio que fue habitado por armenios durante milenios fueron apropiados por la nueva República de Turquía, las personas, los edificios, las iglesias y la cultura, fueron eliminados del mapa.

Los que sobrevivieron, lograron escapar y migrar a diferentes partes del mundo. En Argentina, por ejemplo, se estiman que viven aproximadamente 100 mil descendientes de armenios.

Durante más de 100 años, el pueblo armenio, diseminado por todo el mundo, luchó por el reconocimiento del Genocidio. Sin embargo, las corrientes negacionistas, impulsadas por el Estado de Turquía, sucesor del Imperio Otomano, continúan en boga.