"Un diciembre raro". La definición se escucha en uno de los tantos barrios populares, los más castigados por la pandemia y sus consecuencias.

Allí donde tallan con fuerza las organizaciones sociales, el COVID-19 trajo desempleo, comedores y merenderos desbordados y también enfermos y muertos. Si bien la ayuda del Estado se concentró particularmente en esos sectores, la inactividad pegó muy fuerte por el alto nivel de informalidad en los ingresos familiares.

La llegada del mes de las fiestas los encuentra, como a casi todos, con sensaciones encontradas. Se nota mucho cansancio y algo de temor por los siempre amenazantes desbordes de estas fechas. Pero también hay esperanzas: confían en poder pasar las fiestas en familia y esperan que el año que viene venga distinto.