En Argentina, el 15,3% de la población se identifica actualmente como evangélica, principalmente como evangélicos pentecostales. Su crecimiento es sostenido desde 2008 (9%), y significativo si se lo compara con la situación de la Iglesia Católica (redujo su pertenencia de un 76,5% a un 62,9%), pero no llega a ser exponencial. En el mismo lapso, las personas que se identifican como “sin religión”, pasaron a su vez del 11,3% al 18,9% de la población (1).

Sin embargo, al crecimiento cuantitativo se le suma en los últimos veinte años una mayor presencia en el espacio público y su visibilización política. Así, frente a un paisaje claramente dominado por los edificios y la simbología católicos, la mayor presencia evangélica se hace notar: inauguración de templos donde antes había cines y teatros; proliferación de templos en relación a las capillas católicas en los barrios de sectores populares. En el ámbito político, la discusión por la legalización del aborto y la comparación con el contexto latinoamericano los ha puesto en el centro de la escena.

La “ola celeste”

En 2018 se presentó un proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), que por primera vez en la historia del país logró obtener media sanción. El proyecto logró una gran adhesión social, simbolizada por el uso de pañuelos verdes y representada por un movimiento identificado con una serie de leyes relativas a la salud sexual y reproductiva, el reconocimiento de derechos de la comunidad LGTBIQ+, y la lucha contra la violencia de género, que se venían desarrollando los años previos. Si bien ya se habían producido respuestas conservadoras previamente, la posibilidad de que efectivamente ese año se sancionara la IVE generó una reacción fuerte, que derivó en el surgimiento de un frente interconfesional “pro-vida” (2).

Este grupo, identificado como celeste, por el color de los pañuelos que portan, reunió a sectores católicos y a un grupo mayoritario de las iglesias evangélicas pentecostales, principalmente nucleadas en ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina) (3), que junto a la oposición a la IVE enarbolaron el rechazo a la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas, y a todo lo referente a la “ideología de género”. Esto impulsó incluso el intento de conformación de un partido político, el Partido Celeste, que junto con Valores para Mi País (fundado por Cynthia Hotton, evangélica que había sido diputada nacional 2007-2011 por el PRO) y otras opciones políticas, conformó el frente NOS, candidateando a Juan José Gómez Centurión (ex militar combatiente en Malvinas) a la Presidencia en 2019, uniendo conservadurismo político y religioso, en una opción de derecha. Sin embargo, obtuvieron un muy magro resultado electoral, con el 1,71% de los votos, concentrados mayormente en provincias con fuerte presencia militar.

Pero el fracaso electoral del partido que representaba directamente al conservadurismo religioso es solo una de las maneras en que participan las iglesias evangélicas en política. En Argentina no hay una tradición de voto confesional, y los electores tienden a concentrarse en las grandes propuestas nacionales, que en los últimos años han tendido a polarizarse. Así, resulta más efectiva en términos políticos la participación al interior de los frentes políticos mayoritarios que la creación de propuestas electorales propias.

En este sentido, se observa una creciente presencia evangélica como actor político a tener en cuenta, en gran medida producto de la movilización de los grupos evangélicos en áreas de acción social, recuperación de adicciones y trabajo en cárceles (terreno de expertise histórica de la Iglesia Católica), de la movilización en las calles ante el debate por la IVE, y de la lectura local del caso brasileño. El exponencial crecimiento público y político de los grupos evangélicos conservadores en la presidencia de Jair Bolsonaro ha impactado fuertemente en la lectura que los medios de comunicación, los políticos e incluso algunos sectores académicos no especializados hacen sobre el peso específico de las iglesias evangélicas en el país (4).

Esta posición simbólica se capitaliza políticamente, como lo demuestra la presencia de referentes evangélicos tanto entre los diputados de Cambiemos como entre funcionarios del Frente de Todos. Aquí juega un rol importante ACIERA, ya que, si bien mantiene abiertamente el rechazo a la legalización del aborto, ha logrado posicionarse como eje clave en la gestión del territorio, siendo convocada por el Estado en sus diferentes gestiones políticas.

Ampliar horizontes

Al pensar el rol de las iglesias evangélicas en la política argentina actual, y su vinculación con perspectivas conservadoras, particularmente en lo referente a la salud sexual y reproductiva y a la identidad de género, se pueden delimitar tres grandes grupos. Por un lado, las iglesias protestantes históricas, que son una minoría, nucleadas en FAIE (Federación Argentina de Iglesias Evangélicas) que se alejan de posiciones conservadoras. De hecho, muchas tienen posiciones progresistas en las temáticas mencionadas. En el extremo opuesto, se encuentran las iglesias y los referentes religiosos y políticos conservadores (varios de ACIERA), con una identificación ideológica de derecha, la mayoría de los cuales se agrupan en las opciones partidarias que conformaron el frente NOS, quienes a pesar de no haber logrado una victoria electoral propia mantienen relaciones con otras opciones políticas, en especial con algunas líneas dentro de Cambiemos.

Finalmente, una gran mayoría de las iglesias y referentes evangélicos se encuentran en posiciones intermedias, que deben ser comprendidas en su complejidad. Muchos de estos evangélicos (mayormente pentecostales nucleados en ACIERA), tienen una postura conservadora en la ampliación de derechos sexuales, se oponen a la legalización del aborto y ven con suspicacia las cuestiones relacionadas con la diversidad de género, llegando a identificarse como “celestes”. Sin embargo, cuando se analizan sus posiciones políticas en otros aspectos, como políticas públicas económicas y sociales, existe una gran heterogeneidad que hace que algunos se identifiquen como de centro derecha con Cambiemos, y otros de centro izquierda, dentro de la propuesta del Frente de Todos. En ambos casos han sabido negociar espacios políticos, con candidaturas legislativas y cargos no electivos.

Asumir que la mayoría de los evangélicos pentecostales son de plano parte de una fuerza conservadora, que homogéneamente apoya gobiernos de derecha y tiene una gran capacidad de lobby político y financiero es inexacto y peligroso. Inexacto, porque en muchos de estos fieles conviven posiciones conservadoras en algunos aspectos y ampliadoras de derechos en otros; y peligroso porque asumir esta homogeneidad no hace más que consolidar como una fuerza de choque lo que representa una minoría dentro del mundo evangélico. Visibilizar estos sectores más radicalmente conservadores sin un análisis crítico puede contribuir a legitimarlos políticamente. Dar cuenta de la heterogeneidad en el mundo evangélico permite ampliar horizontes y cuestionar prejuicios, para lograr canales de diálogo que incentiven formas más plurales de democracia.

1. En Argentina no hay datos censales sobre pertenencia religiosa desde 1960. Los datos presentados corresponden a la encuesta realizada en 2008 y 2019 por el programa Sociedad, Cultura y Religión del CEIL-CONICET.

2. Nombre tomado del movimiento “pro-life” de los años setenta en Estados Unidos.

3. Las iglesias evangélicas no tienen una autoridad religiosa central. Las federaciones son estructuras organizativas que sirven para presentarse ante el Estado y la sociedad civil.

4. Existe una extensa producción académica local sobre el tema. De lectura indispensable: César Ceriani Cernadas y Mariana Espinosa (comps.), Argentina evangélica. Estudios socioantropológicos sobre misiones e iglesias. Bellas Alas Editorial, Instituto de Antropología de Córdoba CONICET-UNC, 2018.

Por María Pilar García Bossio, cocióloga, becaria doctoral del CONICET. Docente en la Universidad Torcuato Di Tella / Fuente: Le Monde Diplomatique