La denuncia que surgió en la Comisión Gremial Interna del banco Macro tiene como condicionante la entrega de tazas de "corpiños soft" como parte del kit sanitario que la entidad brindó a sus trabajadores. Pero el contexto de preocupación también es más amplio.

Es que el regreso a la actividad bancaria, cuya atención estuvo paralizada las primeras semanas de aislamiento trajo entre otras cosas preocupación en los empleados, porque "cada banco hace lo quiere" en materia sanitaria.

Mercedes Marchisio aduce que el corpiño "llegó a todas las sucursales", pero reclama que el protocolo enviado por el gremio "todavía no se activó". De allí su reclamo porque en esta casa puntual, se niegan a colocar mamparas divisoras y "no se toman medidas como desinfectar o tomar la fiebre a los empleados".

Y prosiguió: "Compromete no solo a los trabajadores, sino también a los usuarios. No hay un testeo ni un control sanitario y esto impacta directamente sobre los clientes. Es una desidia patronal de un sector que lleva una década de ganancias extraordinarias".