La universalización de la posesión y manejo de dispositivos con conexión a Internet ha sido condición necesaria para el vertiginoso avance de la digitalización en la vida cotidiana.

Todos, potencialmente, necesitamos contar con acceso a la web para resolver acciones esenciales, desde la comunicación con pares hasta el cumplimiento de obligaciones.

Sin embargo, ya sabemos, la necesidad no siempre se corresponde con las condiciones objetivas para su satisfacción. No al menos en la misma escala universal.

Aunque variados en sus formas y utilidades, gran parte de los millones de dispositivos que se lanzan diariamente al mercado no reparan en un concepto clave: la accesibilidad. Más específicamente, la accesibilidad web.

En términos teóricos, accesibilidad web implica que todas las personas con algún tipo de discapacidad hagan uso de la web. Es decir, que puedan percibir, entender, navegar e interactuar con la web, aportando contenidos al igual que el resto de los usuarios.

Aquí se incluye muchos tipos de discapacidades: problemas visuales, auditivos, físicos, cognitivos, neurológicos y del habla.

“Hay bastante desconocimiento y muchos mitos alrededor de la discapacidad. Sobre todo cuando hablamos de accesibilidad web. En general pensamos en discapacidades graves, físicas o mentales, pero también se trata de discapacidades técnicas. Considerando que Internet es algo dentro de todo nuevo, no todos son nativos digitales: tenemos los inmigrantes digitales y los analfabetos digitales que no tienen contacto natural con la tecnología y no pudieron hacer este pasaje hacia el mundo digital”, explica Susana Pallero, manager de Aseguramiento de Calidad para la empresa eSSENTIAL Accessibility

Según cifras oficiales, son mil millones las personas que padecen algún tipo de discapacidad en el mundo. Sin embargo, gran parte de los sitios y software presentan barreras de accesibilidad, lo que dificulta o imposibilita su plena utilización.

Considerar la accesibilidad web para diseños y desarrollos implica beneficios también para otros sectores, como aquellos adultos mayores que han visto mermadas sus habilidades.

“En general, a la hora de pensar en el usuario final se tienen en cuenta tres escenarios: la persona muy tecnológica, la que es cero tecnológica, la que es más o menos tecnológica. Pero en cuanto a las capacidades hay muchas diversidades funcionales, que no suelen ser tenidas en cuenta en el diseño de del producto. Todas estas personas muchas veces se ven impedidas del uso de las tecnologías. Pasa con los adultos mayores a las que se les piden gestiones digitales para facilitas sus cobros, por ejemplo. Si eso fuese tenido en cuenta a la hora de pensar en la usabilidad, no deberían tener problemas para estas cuestiones digitales”, añade la especialista.

“En general, cuando pensamos en accesibilidad web, pensamos en personas ciegas. Pero nos olvidamos de los daltónicos, aunque a veces damos información mediante los colores y no por un contexto. Hay muchas personas se acostumbraron a que hay mucha información a la que no se puede acceder. Hay que comenzar a desmitificar la discapacidad”, prosigue Pallero.

Faz social

La resolución de los problemas vinculados a la accesibilidad web excede las soluciones estrictamente técnicas. Requiere, entienden especialistas, un abordaje profundo y complejo.

“La discapacidad no sólo tiene un contexto físico, sino toda una faz que es social. El hombre más inteligente, Stephen Hawking, sufría una discapacidad que desde el punto de vista físico era un impedimento grande. Pero él mismo refería a su discapacidad como tal, no como impedimento. El impedimento es de la sociedad. Las barreras están fuera de la discapacidad. Sobre la discapacidad podemos o no hacer algo. Pero sobre los impedimentos sí podemos trabajar como sociedad. El mismo Hawking pudo disertar o escribir un libro. Quizás en un contexto como el nuestro, una persona en silla de ruedas deja de ir al colegio porque no puede ir al baño”, explica la también embajadora en América de PUXL framework.

“Los técnicos son una clase privilegiada y a veces pierden de vista esto. Tim Bernard Lee dice que Internet es primero una construcción social, luego una construcción técnica. Nos olvidamos de la construcción social. Vamos a lo técnico y queremos llevar lo nuestro a un nivel en el que después nos olvidamos quiénes quedan afuera”, añade.

La dimensión económica también ingresa en el análisis sobre una problemática que aún está más presente en discursos que en acciones sostenidas.

“Como sociedad tenemos que hacernos un cuestionamiento especial sobre esta discriminación que hacemos hacia las personas con discapacidad Según los mismos números de la ONU, los discapacitados son el colectivo más marginado del mundo. Por ello muchas veces tienen los peores números en cuestiones económicas, por lo que no son un target para los mercados. Y en general la tecnología se mueve donde los mercados invierten según criterios comerciales”, señala.

“La robustez, que es uno de los principios de la accesibilidad web, habla de que las herramientas, el hardware, no deben ser un impedimento. Yo necesito que mi aplicación corra no sólo en el último modelo de celular, sino que también corra en un dispositivo que no sea tan complejo. Si yo voy a hacer una plataforma de e-learning para incluir a personas que no pueden trasladarse a un colegio o universidad porque viven en un pueblo, no puedo hacerlo para que corra sólo en la última Mac y no en una compu del plan Conectar Igualdad”, ejemplifica.

Nueve años

En Argentina, la accesibilidad web forma parte del ordenamiento legal desde noviembre de 2010, a través de la ley 26653 de acceso a la información pública.

En su artículo primero, la norma establece que "el Estado nacional, sus organismos descentralizados o autárquicos, los entes públicos no estatales, las empresas del Estado y las empresas privadas concesionarias de servicios públicos, empresas prestadoras o contratistas de bienes y servicios, deberán respetar en los diseños de sus páginas web las normas y requisitos sobre accesibilidad de la información que faciliten el acceso a sus contenidos, a todas las personas con discapacidad con el objeto de garantizarles la igualdad real de oportunidades y trato, evitando así todo tipo de discriminación".

La reglamentación de dicha ley no se produjo sino hasta casi 9 años después. El pasado lunes 30 de septiembre se publicó en el Boletín Oficial la disposición que instrumenta y detalla el cumplimiento de la misma. Ahora todas las entidades públicas o concesionarias de un servicio público, dependientes de la Nación, cuentan con un año para ello.