Dos detectores de ondas gravitacionales ubicados en Europa y Estados Unidos lograron captar por primera vez señales de un cataclismo cósmico generado por el choque entre agujeros negros y estrellas de neutrones.

Según los especialistas, los eventos detectados, debieron suceder hace cientos de millones de años y desde ese momento, las ondulaciones que produjeron en el espacio-tiempo han estado viajando hacia la Tierra a la velocidad de la luz.

Hace muchos años los físicos tomaron las ecuaciones de la relatividad general de Einstein y calcularon el tipo de onda gravitacional que produciría un evento como este. Las dos señales captadas ahora por los detectores LIGO, en Estados Unidos, y Virgo, en Europa, coinciden con las predicciones que hizo el físico alemán hace un siglo.

Las estrellas de neutrones son objetos someten a la materia que hay dentro de ellas a condiciones de presión imposibles de reproducir en experimentos controlados.

Se cree que, en su interior, se forman enormes amasijos de quarks, partículas elementales de las que están hechos los átomos. Poder observar qué sucede exactamente en su interior sería uno de los mayores descubrimientos de la historia de la física.

Imagen: Representación de la fusión entre un agujero negro, en el centro, y una estrella de neutrones. Instituto Max Planck / elpais.com
Imagen: Representación de la fusión entre un agujero negro, en el centro, y una estrella de neutrones. Instituto Max Planck / elpais.com

“Este hallazgo confirma por primera vez que existen sistemas binarios formados por un agujero negro y una estrella de neutrones, y que podemos observarlos gracias a las ondas gravitacionales”, aseguró Toni Font, miembro de la colaboración científica entre LIGO y Virgo que captó las señales.

Dos fusiones

El equipo captó las dos fusiones en un lapso de 10 días durante el pasado mes de enero. En una de ellas, un agujero nueve veces más masivo que el Sol chocó contra una estrella de neutrones de unas 1,9 masas solares. Probablemente estos dos cuerpos hayan estado orbitando uno junto al otro durante decenas de millones de años, pero la señal captada es solo de la última parte en la que ambos cuerpos chocaron y apenas dura unos segundos. El cataclismo sucedió en un lugar a 900 millones de años luz de la Tierra, es decir, que habría que viajar a la velocidad de la luz durante 900 millones de años para alcanzarlo, algo absolutamente imposible para la tecnología humana.

La segunda fusión se produjo entre un agujero seis veces más masivo que el Sol y una estrella de neutrones de 1,5 masas solares que chocaron a unos 1.000 millones de años luz, es decir, hace 1.000 millones de años, cuando en la Tierra apenas estaba empezando a surgir la vida unicelular.

En cuanto captaron las dos señales, los dos detectores lanzaron una alerta internacional para que otros telescopios intentasen captar la posible luz producida por estos dos cataclismos.

Las ondas gravitacionales son deformaciones del espacio-tiempo, el material del que está hecho el universo. Se asemejan a las ondulaciones en el agua de un estanque cuando cae en él una piedra. La capacidad de medir estas fluctuaciones predichas por Einstein le da a la humanidad una nueva forma de observar el universo.

Fuentes: elpais.com / elmundo.es / eldiario.es / republik.com.ar