Desde las primeras semanas de vigencia del aislamiento social, preventivo y obligatorio, dispuesto por el gobierno nacional en el marco de la emergencia sanitaria por la pandemia del coronavirus, un grupo de profesionales argentinos emprendió una tarea tan ardua como necesaria en momentos de incertidumbre: dar combate a cualquier contenido con información falsa o parcial que circule de manera masiva por redes sociales y sistemas de mensajería.

Brindan la batalla munidos de la más importante herramienta que han desarrollado: el conocimiento científico. Siguiendo ese camino, con los recursos que ellos mismos han contado, apuntan al corazón de otra pandemia: la proliferación de fake news.

La iniciativa partió de Soledad Gori, doctora en Biología e investigadora del Conicet, quien conformó un equipo que actualmente coordina. 

Ese grupo está constituido por 17 científicos y científicas que se formaron en Ciencias Biológicas, distintas ciencias de la Salud, Ciencias Exactas y Ciencias Naturales. Además colaboran con distintas acciones en los planes para combatir el coronavirus.

El trabajo es canalizado a través del propio Conicet. Cada publicación es difundida en sus cuentas de redes sociales y en el portal Confiar, que forma parte de la plataforma de Telam dependiente de la Secretaría de Medios de la nación.

Desde su conformación, el equipo ha enfocado unas 130 fake news. Se valen de documentos, papers y testimonios varios de colegas. Con todo ese material desmenuzan discursos vinculados a la pandemia que se replican sin demasiada reflexión.

Tal liviandad facilita la recurrencia de muchas desinformaciones. El origen artificial del virus y los presuntos beneficios del consumo de dióxido de cloro aparecen como los más resistentes al escrutinio científico.

Servicio

"Como científicos queríamos hacer algo más que quedarnos en casa siguiendo con nuestras investigaciones. Queríamos poner nuestro conocimiento al servicio de la gente", explica Soledad Gori a Canal 10.

La científica advierte que algunos contenidos compartidos como información son palmariamente falsos. La complejidad radica en aquellas construcciones que incluyen dosis de verosimilitud y veracidad.

"No siempre son fake news. Muchas veces nos llegan consultas sobre cuestiones que no son completamente falsas. Puede que haya información tergiversada, con parte de realidad, que resulta confusa. Por eso la gente la comparte", indica la investigadora.

"Hay varias categorías. Están las disparatadas o bizarras, como la de la utilidad del agua caliente o la contención de la respiración para detección del virus. También las hay más peligrosas, como el consumo de dióxido de cloro como método preventivo o tratamiento, aunque no haya evidencia científica y resulte peligroso", amplía.