Uber es una empresa multinacional de origen estadounidense de transporte. A través de una aplicación, choferes particulares se conectan con pasajeros a cambio de una comisión.

La empresa está en más de 900 ciudades del mundo y no exenta de conflictos con taxis y los gobiernos.

El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ en inglés) develó cómo la empresa tejió una red de lobby a nivel global para influenciar a políticos y torcer las regulaciones a su favor.

La investigaciñon, bautizada Uber Files (Archivos Uber), se originó tras la filtración de emails, mensajes de textos y otros documentos de la empresa que datan del 2013 a 2017.

Durante estos años, la empresa desembarcó en varios ciudades a pesar de las regulaciones municipales contrarias, evadió impuestos y afectó a los taxistas.

La filtración

Según la investigación del diario The Guardian, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y BBC Panorama, al menos seis ministros británicos conservadores asistieron a reuniones secretas con representantes de Uber para lograr posicionarse en el mercado del Reino Unido con tácticas éticamente cuestionables e ilegales.

Se reunieron con el ex canciller George Osborne, la actual ministra del Interior, Priti Patel; el candidato al liderazgo tory Sajid Javid, el entonces ministro de Negocios Matt Hancock y el recientemente despedido ministro del gabinete Michael Gove.

El trabajo se expandió a otros países ya que la empresa trató con otros gobiernos de Europa e infringió las leyes a medida que expandía sus operaciones globales. Los papeles detallan la extensiva ayuda que Uber recibió de líderes como el actual presidente de Francia, Emmanuel Macron.

La piramide de mierda

En 2014, Uber logró la hegemonía en el mercado estadounidense y se preparó para expandirse globalmente.

Con inversiones del CEO de Amazon, Jeff Bezos, y Goldman Sachs, la empresa ingresó de manera simultánea en 31 países en un año.

En casi todos los países, Uber se encontró con barreras regulatorias. Varios ejecutivos crearon la "piramide de mierda" como un esquema simple para ingresar a los mercados.

La piramide funcionaba como una gran maquinaria de lobby e influencia. En 2014, la empresa gastó 90 millones en estos trabajos.

Uber financiaba principalmente a políticos, exfuncionarios de gobiernos, para que hagan lobby entre sus colegas. A su vez, implementaban campañas de "salven a Uber" a través de sus clientes.

Por último, la empresa financiaba a invetigadores para que hagan estudios favorables sobre el uso de la aplicación.

Con el apoyo político, de la clientela y académico, Uber lanzaba una agresiva campaña de reclutamiento de choferes ofreciendo bonos y extras abultados para que trabajen. De esta manera, los choferes se beneficiaban del ingreso extra. Sin embargo, estos extras se cortaban rápidamente, obligando al chofer a trabajar más horas para tener beneficios.