La historia se inició a fines de 1989 en La Paquita, un pueblo del departamento San Justo del este de la provincia de Córdoba.

La Paquita, Córdoba

Un joven Paco Baldo, con apenas 19 años, jugaba al voley y soñaba con crecer en su carrera deportiva.  

Paco estaba de novio con una joven de un pueblo de Santa Fe, recordó en diálogo con Crónica Matinal por Canal 10

En ese momento, el jugador de voley preparó los bolsos para probarse en Córdoba Capital para ser jugador profesional en el club Banco Provincia.

Cuando se alejó de su novia lo que no sabía es que ella estaba embarazada, esperando el nacimiento de una niña.

Se enteró que había sido padre cuando su hija había sido dado en adopción: pudieron reencontrarse

La joven, con 17 años, decidió tener el embarazo y luego donar a la bebé a una familia adoptiva. 

La criaron a Julia con amor, contándole que ella era adoptada.

En noviembre de 1990, la ex novia de Paco lo llamó para contarle lo que había pasado. Entonces, Pablo decidió buscar a su hija, pero no la encontró.

Con esa angustia, Paco continuó una exitosa carrera como deportista profesional, primero como jugador, después como entrenador.

En 1991 dejó Córdoba capital y empezó a jugar en el club “9 de julio" de Freyre, a 50 kilómetros de su pueblo.

En 1995 se fue al Club Sociedad Sportiva Devoto y se formó como entrenador. Y en el 2000 volvió al club de la localidad de Freyre, cercano a la ciudad de San Francisco.

Pasaron los años y, en 2007, el club 9 de julio de Freyre recive a una jugadora de 17 años de un equipo santafesino llamado Villa Dora. 

La joven buscaba  probarse para representar a Freyre en la Liga Nacional y Paco era uno de los encargados de elegir a las mejores jugadoras para armar el equipo.

Cuando Paco arma las fichas de las jugadoras elegidas para presentar en la Federación del Voleibol Argentino (FeVA) se topa con Julia Benet. Allí descubre que todo coincidía.

Fecha y lugar de nacimiento. Altura, rasgos, "la nariz Baldo". Todo indicaba que podía ser su hija.

En aquel entonces surge la figura de la novia de Pablo, quien era estudiante de psicología. Fue ella quien acercó al padre con su hija.

La pasión por el mismo deporte los reencontró. El gen del voley corría por la sangre.