“Negar, negar, negar siempre”, la misma estrategia de los infieles es la que lleva adelante como política de comunicación, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia. Más aún si lo que se pretende es esconder la grave problemática que, en torno al Covid 19, se vive en los establecimientos penitenciarios de Córdoba.

El comienzo de motín de ayer en la cárcel de mujeres de Bouwer (el módulo EP3) fue minimizado por la jefa de prensa del organismo, pero produjo mucho temor entre los empleados del Servicio Penitenciario. La tensión se generó primero en el pabellón D y después se pasó al E, para repetirse más tarde en el D nuevamente. Todo habría comenzado porque varias empleadas del servicio dieron positivo. Las versiones aseguran que el virus se instaló en la zona de la panadería donde habrían resultado contagiadas varias detenidas y así las cosas comenzaron a explotar. La noticia se suma a los 48 presos (se habla en realidad de 88 sobre una población de 790) con Covid positivo alojados en el pabellón 8 del Establecimiento Penitenciario de Río Cuarto y a denuncias de muchos casos (este medio pudo confirmar al menos diez, pero algunas versiones hablan del pabellón B2 “entero” y varios casos aislados) que no han sido hecho públicos en la cárcel de varones.

Como si esto fuera poco, ayer trascendió que el virus también ingresó a la cárcel abierta de Monte Cristo. Cba24n.com.ar tuvo acceso a un video donde los propios presos se reunieron para pedirle “por favor” a los guardias que los ayuden a enfrentar el virus reclamando que una de las personas que dio positivo estuvo varios días reclamando una atención que le llegó muy tarde.

La situación en ese establecimiento es compleja porque el director se encuentra internado (Covid Positivo) con respirador y la vice directora (que también habría tenido el virus) realizó en las últimas semanas dos torneos de fútbol y uno de ajedrez (en espacio cerrado) que –se teme- habrían producido muchos otros contagios.

En el video además de la falta de elementos de protección y de barbijos y de distancia social, llama la atención que personal de muy baja jerarquía tenga que ser quien enfrenta a los presos y, con pocas respuestas, intenta tranquilizarlos.

DENUNCIAS Y CERO RESPUESTAS

Entre las muchas denuncias que llegaron en las últimas semanas a Radio Universidad se destaca la inexistencia total de barbijos en la mayoría de los establecimientos penitenciarios de Córdoba hasta hace apenas una semana y la ausencia de alcohol en gel (aseguran que no les dan a los presos porque “se lo van a tomar”). Además de eso también se habla de presos “encadenados” a las camas que el Servicio Penitenciario instaló entre los módulos MX1 y MX2 del complejo carcelario de Bouwer y de personas contagiadas encerradas en celdas de aislamiento desde hace días (sin asistencia) para que no contagien a nadie.

Por otro lado, los guardias también se comunicaron con este medio y hablaron de una ola de contagios en el Servicio y de guardias completas en situación de aislamiento que han obligado a cerrar muchas áreas administrativas para fortalecer las guardias en las cárceles. Del mismo se habla de muchos empleados que han pedido carpeta médica por miedo a ser contagiados.

El viernes pasado Radio Universidad se contactó con el área de comunicación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y del Servicio Penitenciario para conocer cuántas de estas versiones eran ciertas, pero solicitaron que les enviaran las preguntas por mensaje. Sólo para confirmar que la decisión era esconder (negar, negar y negar) el autor de esta nota envió las preguntas y cinco días después, las respuestas todavía no llegaron.

ENOJO

Un fantasma recorre Bouwer y es el siguiente: desde hace seis meses los presos no pueden ver a sus familias y, Córdoba lo sabe desde el motín de 2005, para un preso “las visitas son sagradas”. Hasta el momento los presos aceptaron la ausencia de visitas, pero el contacto con el exterior se concreta a través de los paquetes que envían los familiares. El resentimiento por la entrega tardía o insuficiente o incluso “con faltantes” de esos paquetes, también agudiza el malestar de los presos haciendo que los establecimientos penitenciarios se vuelvan una bomba de tiempo.