Otra empresa familiar, pequeña pero autosuficiente, se reconvirtió fruto de la pandemia.

Hablamos de la historia de Daniel Mammana, un padre de familia que con su impresora 3D comercializaba repuestos, partes de maquinas y objetos de plástico. Su fuerte, los cortantes para galletas, esas que se compran en los cotillones y que adornan las fiestas de cumpleaños y encuentros felices que hoy nos parecen tan lejanos.

Como a tantos otros rubros, la cuarentena los frenó. Y con ese freno, la merma de ingresos y la incertidumbre de no saber qué sucedería en el corto plazo. El ingenio se puso al servicio de una gran necesidad, esa nueva necesidad surgida por la expansión del coronavirus. Máscaras protectoras, respiradores artificiales que son y serán por las próximas semanas, insumos de primera necesidad parecían la respuesta.

Con prolijidad y responsabilidad, comenzaron la fabricación, la venta y distribución de  las máscaras. El respirador es un prototipo funcional y avanzado, que espera de los tiempos necesarios y los controles pertinentes.

El ingreso cero y la incertidumbre se reemplazó por la proactividad, la esperanza y la ilusión de que el fruto de su trabajo sirva para evitar la propagación del Coronavirus. El nuevo propósito no será tan alegre como las galletas de las fiestas de cumpleaños, pero sin dudas, es un instrumento que nos acercará a la victoria en la batalla final contra el Covid19.

Entonces, cuando todo esto acabe, habrá motivos para cortar toneladas de galletas que decorarán millones de festejos.

Para contactarse con el, pueden enviar un mail a dmammana@hotmail.com o ingresar a su Instagram.

¡Conozcamos a Daniel!