Al pie de la Sierra Grande
tiene mi patria un altar
Hay un lago majestuoso y en la quebrada un lindo parral
En él cuelgan los racimos
que ardiente madura el Sol
Y en las aguas de La Viña brilla la Luna con su esplendor.

Son las primeras estrofas de una cueca de Horacio Arrieta Cámara.

No soy un experto en folklore, pero en mi casa materna se escuchaba bastante, y recuerdo esta cueca interpretada por Los Fronterizos, el grupo que la hizo popular. No sabía muy bien de qué hablaba, hasta que visité por primera vez el dique La Viña, muy cerca de Quebrada de los Pozos, Valle de Traslasierra. El embalse se llama Ing. Antonio Medina Allende. Fue él quien presentó el proyecto para la construcción del dique, que se finalizó en 1944. A veces, un mismo apellido aparece, en diferentes momentos de la historia, de maneras muy dispares. Primero, ligado a una gran obra pública; décadas después, al intento de vender de forma fraudulenta una antigua cárcel.

El murallón del dique tiene 106 metros de altura sobre el lecho del Río de los Sauces. Cuando se derrama agua por su vertedero, el espectáculo es impactante. No es un hecho frecuente, de todas formas.

Al pie mismo del dique, en el fondo de la quebrada, se encuentra la central La Viña, de EPEC. Visitarla, con un permiso previo, en una experiencia única. Porque desde allí abajo, el enorme murallón parece agigantarse aún más. No puede evitar pensarse que, tras esa pared de hormigón, hay 100 metros de agua contenida. La usina está rodeada por un grueso muro perimetral, que la protege de la furia del agua que, eventualmente, pasa por el vertedero. Pero sobre todo, el descenso hasta la usina es una aventura en sí misma. Solo se baja hasta la central en un funicular muy inclinado, asentado sobre la ladera de la montaña. Son dos pequeños carros que circulan sobre rieles, tirados por cables de acero. Mientras uno baja, el otro sube; se cruzan a mitad de camino. Una vez en la central, las dos turbinas que generan energía hidroeléctrica giran sin cesar, con un estruendo considerable. Insensibles a las miradas indiscretas. Los generadores fueron modernizados hace pocos meses.

Al regresar de nuevo a nivel del embalse, uno aprecia el dique La Viña y el embalse Medina Allende con otros ojos. Nada es igual después de haber estado en las entrañas de la usina. Ubicada allí abajo, precisamente Al Pie de la Sierra Grande.

Si querés conocer más sobre el dique y la usina La Viña, podés visitar el sitio de Turismo Científico de la UNC: https://turismociencia.unc.edu.ar