Agosto de 1973. El peronismo ha vuelto al poder. El peronismo, que tiene más de 20 años de vida, es la nueva sensación de la política argentina. Sus años de exilio lo hacen novedad y esperanza. El resto de las fuerzas e ideologías se rinden ante el fenómeno de masas.

Agosto de 1973. El peronismo domina, pero hay otros actores en juego. Hay maoístas, como René Salamanca, que conduce el Smata. Hay radicales, como el joven Ramón Mestre, que ha hecho pública su admiración por la Revolución Cubana y ahora es diputado provincial.

Agosto de 1973. Los trabajadores de Fiat Concord, en el día del primer aniversario de la Masacre de Trelew, este 22, inician paro y toman la planta: están encuadrados en la Unión Obrera Metalúrgica del peronista Lorenzo Miguel. Pero se quieren ir al Smata con Salamanca, con el maoísta Salamanca.

Atilio López es el vice gobernador. Tantas veces incendiario, hoy 22 de agosto debe hacer de bombero. Él, que siempre ha prendido fuego, debe, como autoridad provincial, apaciguar los ánimos. Coherente, mantiene su línea y apoya a los trabajadores. Y en ese apoyo frena a los carros de asalto de la Policía que hacen guardia afuera de la fábrica para ponerle fin a la toma y al paro. Y en ese apoyo alimenta el odio que le tienen en Buenos Aires.

Todos los actores sociales de Córdoba salen a escena en este agosto de 1973: los estudiantes apoyan a los trabajadores, el juez Justo Laje Anaya, futuro abuelo del protofacista Agustín, lleva orden de desalojo. Navarro, el jefe de Policía, futuro golpista, tiene lista la fuerza para reprimir. Disfruta el momento.

Desde Buenos Aires, José Ignacio Rucci, que dice defender a los trabajadores, critica la toma. Todo sirve, lo que sea, para enfrentarse a la Córdoba de Obregón Cano y Atilio López, que intenta frenar el enfrentamiento, pero no puede evitar que detengan a José Francisco Páez, quien fue hace pocos meses candidato a vice presidente del partido Socialista de los Trabajadores.

La tensión crece minuto a minuto y el gobierno peronista de Córdoba vuelve a caminar por el borde de una tapia siempre dispuesta a derrumbarse. Cómo ponerse del lado de los trabajadores sin enfrentarse a la burocracia sindical de Buenos Aires. Sin enfrentarse al líder Juan Domingo Perón. Necesita, el gobierno de Córdoba, Obregón y Atilio, otros actores que acompañen.

Ante esa necesidad, un grupo de diputados provinciales radicales se presenta en la toma de Fiat. Estamos acá para ayudar, dice el hombre que lidera el grupo y toma la palabra. El hombre es un joven Ramón Mestre, que expresa su solidaridad con los trabajadores. Y pide, también, al Ejecutivo nacional, que los trabajadores puedan votar libremente a sus delegados y elegir el encuadramiento que prefieran: la UOM, el Smata, pero que sean los trabajadores los que elijan. Mestre, el joven diputado radical, se ofrece como voz representante ante Obregón Cano. La asamblea lo vota por unanimidad.

Desde Buenos Aires se incomodan. Maldicen a Córdoba. Más maldicen a Obregón. La UOM, la de Lorenzo Miguel, le manda telegrama al gobernador: qué actitud pasiva con los que toman la fábrica, esperamos una respuesta más enérgica.

Quieren represión y quieren sangre. No la tendrán.

Tres días dura la ocupación en la planta de Ferreyra en agosto de 1973. El maoista Salamanca, funcionarios del gobierno peronista, el radical Mestre, todo juntos, al tercer día de toma, triunfan. Se impone la voluntad de los trabajadores. El hombre del Smata, el maoísta Salamanca, pide levantar la toma, se vota el acuerdo y el joven Ramón Mestre, el mediador, es ovacionado por cientos de trabajadores que le reconocen su compromiso y habilidad negociadora.

Años después, en otra toma, en otra fábrica, el mismo Mestre no será ovacionado jamás. 

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Cuando Mestre tomó la fabrica de Fiat - Por Juan Cruz Taborda Varela by cba24n.com.ar