Estados Unidos y China aparecen como dos de los países que por estos días trabajan con el método Maiztegui para estudiar alternativas capaces de reducir los efectos y padecimientos que, sobretodo en pacientes críticos, genera el Covid-19.

Tal es el método o estrategia implementada hace medio siglo por Julio Maiztegui, fundador del instituto de Pergamino que lleva su nombre, y que permitió disminuir del 30% al 3% la mortalidad de de la Fiebre Hemorrágica Argentina.

El plasma inmune, suero de pacientes recuperados, que se utiliza desde hace 50 años para enfrentar al también llamado “mal de los rastrojos”, se convirtió ahora en una esperanza global.

Un modelo de exportación que también ha tomado el las últimas semanas como criterio al Universidad Nacional de Córdoba, para el mismo fin: buscar un tratamiento que sea capaz de revertir los efectos de la enfermedad que produce el coronavirus.

Especialistas advierten que a diferencia de las drogas y las vacunas, que lleva mucho tiempo desarrollar, esta técnica se podría aplicar con mayor rapidez. 

Justamente, el médico que lideró la lucha contra el “mal de los rastrojos” fue el doctor Julio Maiztegui, quien descubrió que el tratamiento con plasma podía incluso salvar vidas.

¿En qué consiste el método Maiztegui?

Se trata de un procedimiento probado con éxito para reducir la mortalidad de la Fiebre Hemorrágica Argentina, e implica el aprovechamiento del plasma inmune de un convaleciente, que, procedimientos en laboratorio de por medio, luego aplicado en etapas tempranas de la enfermedad, puede reducir significativamente la letalidad.

Este fue el procedimiento que con éxito se logró con el "mal de los rastrojos" y que ahora se torna en una esperanza en las investigaciones para reducir los efectos del coronavirus en el mundo.

La autoridad regulatoria de alimentos y medicamentos de los Estados Unidos (FDA, según sus siglas en inglés) autorizó hace algunas semanas el uso de plasma de personas convalecientes para tratar el Covid-19. 

También en la Argentina se preparan protocolos para utilizar el plasma rico en anticuerpos de personas convalecientes de Covid-19 para evitar los cuadros graves de la enfermedad, a los que se suma la UNC.

"En los años 70 asolaba a la zona maicera una epidemia que generaba muchos muertos y que no tenía ningún tratamiento -cuenta el célebre cardiólogo argentino Pedro Cossio-. Julio Maiztegui, infectólogo de Pergamino, se juntó con mi hermano, Patricio, experto marcador de proteínas por trabajar en enfermedades autoinmunes en Cemic, y llegaron a la conclusión de que podían transfundir 'plasma de convalecientes' a los pacientes diagnosticados. Lo hicieron y obtuvieron muy buenos resultados si lo hacían antes del séptimo día de la enfermedad. Desde ese momento, hasta que Maiztegui desarrolló la vacuna, años después, la patología fue controlada con dichas transfusiones".