Marcelo Olariaga se acercó, en plena pandemia de coronavirus, a la Parroquia Crucifixión del Señor, en Barrio Müller.

En búsqueda de ayuda y de poder ayudar, Marcelo dejó atrás su antigua vida para encaminarse en el de la solidaridad como voluntario: pasó 18 años en prisión por robo. Conoció Encausados, Bower y la cárcel de Cruz del Eje.

"Es una parte de mi vida que quisiera olvidar pero lamentablemente no puedo", dijo en un móvil de Canal 10 pero considera que haciendo su labor de voluntariado "me puedo reinvindicar un poco con la sociedad y con mi familia".

Marcelo es padre de cuatro hijos. "Ahora están orgullosos", expresó y manifestó que se arrepiente de no haberlos criado. "Les causé un gran dolor a ellos y todavía están dolidos. Ahora están grandes, sólo puedo darles consejos. Gracias a mi mujer han sido bien enseñados".

Un consejo que brindó: "que la gente ayude a otra gente, que deje de ver la conveniencia de uno". "A mí me ha llenado el corazón ayudar a la gente", finalizó.

Por su parte, Graciela Córdoba, integrante de la Pastoral Social, consideró que "la sorpresa es la oportunidad que él se da de poder acompañar y poder colaborar en estos espacios y en estos momentos". 

Además, señaló que "nunca es tarde para darse cuenta. Lo que lo ha hecho reivindicar (a Marcelo) es el amor a la familia y el aprender a quererse a él mismo".