Hace pocos días tuve la oportunidad de entrevistar a Ricardo Gómez, un operador turístico bastante singular, que desde su epicentro en Villa La Bolsa organiza circuitos aventureros con una buena dosis de turismo científico. Le consulté sus impresiones sobre la relación entre turismo y ciencia, dos áreas tradicionalmente bastante alejadas en el imaginario popular, y salvo excepciones, también en la práctica. Ricardo nació en Paraná, pero vive en la provincia de Córdoba desde hace años. Es Licenciado en Comunicación Social, Técnico en Comunicación y Turismo, y Especialista en Comunicación Pública de la Ciencia. Asimismo está habilitado como guía de trekking, piloto de parapente, y kayakista. Tiene 30 años de experiencia como operador y guía de turismo.
 A continuación, una síntesis de esa entrevista.
1.    Ricardo, ¿qué crees que le agrega la ciencia al turismo? 

Enriquece la experiencia turística; la hace más inteligible. Una buena explicación científica del lugar que visitamos agrega contenido al solo hecho de admirar y contemplar el paisaje; nos permite además comprender el mundo que habitamos. 

Un ejemplo: hace unos años estuve explorando las entrañas del volcán Galán, en Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Un lugar de extraordinaria belleza, con paisajes únicos e increíbles. 
Dentro del cráter del volcán se encuentra la laguna Diamante, un pequeño espejo de aguatan cristalino como misterioso.

Resulta que allí podría haber claves que ayuden a interpretar el origen de la vida en nuestro planeta. Se trata de uno de los ambientes más extremos de la Tierra y en algún sentido tiene relación con los ambientes en los cuales se originó la vida hace más de 3.500 millones de años. A grandes rasgos, se trata de una región donde casi nada puede sobrevivir debido a la alta salinidad, la gran amplitud térmica, la intensa radiación ultravioleta y la presencia de metales pesados y de arsénico en el agua. 

Sin embargo, allí se han encontrado microorganismos en las rocas, que pueden decirnos algo de los comienzos de la vida en la Tierra. 

  
2.    ¿Te parece que Córdoba es un destino atractivo para el turismo científico? 
Si, por supuesto, Córdoba tiene mucho para ofrecer al turismo científico. En la provincia tenemos instalaciones científico-tecnológicas, como el Centro Espacial de CONAE en Falda del Carmen, la Estación Astrofísica de Bosque Alegre, o la Central en Caverna del Complejo Hidroeléctrico Río Grande, entre muchas otras. Sería muy interesante poder incluir estas, y otras instalaciones en una ruta de turismo científico.

Sin embargo pienso que, para darle impulso y visibilidad al turismo científico, todavía hay que mejorar la infraestructura disponible. Hace falta construir y desarrollar algunos centros de interpretación en lugares estratégicos, como por ejemplo en los volcanes de Pocho o en el Mar de Ansenuza.

Pero no solo se trata de eso. Si bien las instalaciones científico tecnológicas, los museos y los centros de interpretación son muy atrayentes para convocar a turistas, la experiencia me indica que con imaginación y capacitación también se puede hacer turismo científico en cualquier lugar de la geografía cordobesa. 

Basta solo con salir a caminar por las sierras y encontrás un gran laboratorio: la naturaleza. Mirás el cielo y podés hablar de meteorología o de astronomía. Observás las montañas y son una invitación a conversar sobre geología. Las plantas nativas que encontramos en cualquier caminata por las sierras permiten explayarse en etnobotánica. La capacitación académica y profesional que tenga el guía hace la diferencia. 

Parque Nacional Quebrada del Condorito es un buen lugar para hacer salidas de turismo científico. Allí realizo regularmente excursiones con escuelas primarias y secundarias donde desarrollamos temas vinculadas a Ciencias Naturales y Sociales incluidos en la curricula escolar.
 

Quebrada del Condorito - Foto: Ricardo Gómez

Dique La Quintana es un espacio ideal para realizar kayak con turistas y explorar todos los recovecos del lago. Es un buen lugar para comprender el camino del agua. Desde que inicia en forma de precipitación, su largo camino en la cuenca hídrica desde Pampa de Achala y luego por arroyos, ríos y embalses, hasta transformarse en un recurso vital para los cordobeses. El agua del complejo Los Molinos es utilizada 

para la generación de energía eléctrica, para consumo humano y como recurso turístico. Hay ciencia y tecnología allí.

Visitar Los Volcanes de Pocho haciendo trekking o mountain bike es un viaje al pasado. Una invitación obligada a conocer el proceso geológico que ocurrió hace aproximadamente cinco millones de años y terminó de moldear el paisaje actual.

Laguna Mar Chiquita o el Mar de Ansenuza, próximo a convertirse en Parque Nacional, es otro gran destino de turismo científico. Es un sitio soñado para los observadores de aves. No solo desde un punto de vista contemplativo, sino también científico. Además, Ansenuza se sigue mostrando como un sitio de alto valor para la investigación científica en arqueología y antropología.

3.    ¿En tus circuitos habituales, notás curiosidad de los turistas por cuestiones científicas?
Por lo general, en las caminatas por áreas naturales, soy yo quien inicia la motivación con alguna pregunta disparadora. La clave está en realizar circuitos de turismo que vinculen naturaleza, cultura, ciencia y aventura. Ésta es una fórmula que funciona. 

Cuando encontramos una geoforma por ejemplo, es pregunta obligada invitar a los turistas a imaginar el proceso geológico de cómo pudo haberse formado ese capricho de la naturaleza.

Talampaya – La Rioja Foto: Ricardo Gómez

Cuando salimos a volar en parapente, pregunto, por ejemplo, cómo hace un pájaro, un avión o un parapente para mantenerse en el aire sin caerse, y eso da pie para hablar de la sustentación y demás. Pero no con una larga explicación científica, sino con un lenguaje claro y familiar, buscando que al turista le resulte amena la explicación, sin sacrificar lo esencial del concepto.

A veces encontramos algún mortero o pintura rupestre, En estos casos los turistas suelen preguntar por “los Comechingones”, los primeros pobladores que llegaron a esta región. Oportunidad en que podés explayarte en cuestiones vinculadas con la antropología y la arqueología.

Despierta mucho interés todo lo referido a la astronomía y el universo. Las estrellas, planetas, el sistema solar, los modelos cosmológicos son temas recurrentes cuando cae la noche. La observación de estrellas y planetas, combinando las explicaciones científicas con los relatos míticos de la naturaleza, son temas que movilizan la imaginación.

4. ¿Cuáles serían tus circuitos soñados o ideales de turismo científico, en cualquier lugar del mundo?

Serían incontables, pero podemos hacer un breve resumen. Aunque no hace falta viajar muy lejos para hablar de turismo científico. A pocas cuadras de donde vivo, en Villa La Bolsa, tenemos un circuito turístico llamado Rincón Nativo. Es un lugar tan atractivo y seductor como lo es el Cráter Ngorongoro, en Africa, que tuve la suerte de visitar este año. ¡Lo interesante no es dónde, sino cómo miramos el entorno!!

Pero si de soñar se trata, podría fantasear con conocer alguno de los polos; la Base Amundsen-Scott en la Antártida sería un buen lugar para comenzar.

Un destino que pude conocer en enero de este año es la Garganta de Olduvai -Cuna de la Humanidad, un territorio único donde se encuentran vestigios de las etapas más antiguas de la humanidad. Está en el norte de Tanzania, dentro del Valle del Rift, una gran depresión donde los movimientos geológicos han dejado al descubierto sedimentos de una antigüedad de más de 2 millones de años.

Es internacionalmente conocida por los famosos descubrimientos de fósiles humanos, y por los restos arqueológicos. Actualmente, en el lugar existe un excelente Centro de Interpretación con una gran exhibición de fósiles originales y réplicas de homínidos.
Otro destino de turismo científico soñado que conocí fue la Estación Científica Charles Darwin, un centro de investigación biológica en las Islas Galápagos, que tiene un excelente Centro de Interpretación de Historia Natural.

  5. ¿Cómo creés que deben formarse los operadores turísticos para el turismo científico?

Por lo general, la capacitación académica que ofrecen los Institutos de Formación Profesional en Turismo Científico es muy básica y limitada, por no decir nula. Para los guías turísticos, saber de ciencias, no debería ser cuestión de curiosidad, gusto o interés, sino de necesidad de formación profesional. Preguntas tales como ¿quién hizo las pinturas rupestres? ¿cuáles son las especies endémicas? ¿cómo se formaron las montañas? ¿qué es una estrella y cómo se originaron las galaxias? son consultas habituales que realizan los turistas y que los guías tienen que estar preparados para responder. O incluso para promover.

Sin embargo, los guías turísticos se dividen entre los que no saben – no contestan, o los que dan información muy básica y conocida de antemano por todos. Están también los guías de turismo que son repetidores “de memoria”. Recitan de forma automática toda la información de la excursión. Por lo general, a estos guías turísticos no les gusta que los interrumpan con preguntas. 

Los guías sabelotodo, en cambio, son aquellos que atosigan con datos y encuentran en la excursión una oportunidad para mostrar todo lo que saben. Este vínculo asimétrico entre guía y turistas se basa a groso modo, en un esquema unidireccional o vertical del proceso de comunicación. Consiste en la transmisión de información desde el guía, que dispone de un determinado conocimiento, hacia el turista que carece de él. 

Yo pienso, en cambio, que el guía es ante todo un anfitrión. Aquel que trata al visitante como un amigo y es consciente de la necesidad de crear una atmósfera agradable, con una comunicación de doble vía, donde el saber se construya, circule y valide mediante complejos procesos de negociación entre el guía y turistas. 

No se trata de alfabetizar unilateralmente al turista que no lo necesita ni demanda. Se trata de promover un acercamiento a temas vinculados a la ciencia basado en prácticas de diálogo e intercambio.

En la experiencia turística, el conocimiento científico no es el único saber en juego ni el más valioso de por sí. Los turistas también cuentan con su propia dotación de conocimiento, habilidades, valores y criterios no científicos - pero no por eso menos valiosos - que les permiten asumir un rol activo en la experiencia turística. 

Yendo al grano de la pregunta, creo que la formación profesional de guías y operadores turísticos debe desarrollarse en institutos terciarios y/o universitarios con la modalidad de cursos de posgrado. Debe contener una fuerte base teórica de filosofía e historia de la ciencia. 
Se podrían incluir temas puntuales de las principales disciplinas científicas que tienen vínculo directo con la actividad turística: geología, botánica, zoología, astronomía, arqueología, antropología, paleontología.

Pero la formación profesional de guías y operadores turísticos también debe incluir una fuerte preparación en técnicas de comunicación.

Creo que en Argentina y en Córdoba en particular sigue vacante la posibilidad de crear un espacio de capacitación específica en turismo científico destinada a guías y operadores turísticos. Quizás sea tiempo de ponerse a pensar en ello.