En palabras sencillas, lo que hacen los científicos y científicas que participan de esta iniciativa es tomar muestras de los residuos cloacales que llegan a la planta de procesamiento de Bajo Grande para determinar si arriba allí y en esas aguas el virus y, a partir de los resultados, poder determinar el nivel de circulación que existe en nuestra comunidad. Y lo explica Silvia Nates, investigadora del Instituto de Virología de la UNC.

“La virología ambiental es una metodología que en los últimos 15 años se utiliza para conocer la circulación que hay en una población de virus” y “una de las matrices que utiliza para el estudio son la aguas residuales”, comienza señalando Nates.

“Las aguas residuales son un resumen de excreción viral tanto de población sintomática como de población asintomática'', detalla la profesional.

Y agrega que “este virus emergente que es el SARS-CoV-2, además de multiplicarse en el tracto respiratorio, cuando una persona se infecta, también se replica a nivel de tracto gastro-intestinal, entonces el virus se elimina en materia fecal”.

Hay que recordar que entre los síntomas frecuentes del Covid-19, además de la fiebre, cansancio y tos seca, entre otros y con mediana frecuencia también han aparecido malestares estomacales y diarrea, dolor de garganta, pérdida del olfato y gusto, etc.

En este marco, se desarrolla hace meses en Córdoba los efectos de la posible “la excreción viral” de la población, para poder evaluar la circulación del virus y el eventual transporte en estos fluídos. “Si está presente, es un reflejo de la circulación en la población”, dijo, al explicar que la técnica también permite tomar conclusiones cuantitativas.

En Córdoba ¿Hay presencia del virus en estos residuos?

“Hasta ahora los resultados son negativos'', explica Nates, quien reconoce que las muestras procesadas hasta ahora corresponden hasta el 31 de julio. Con esto, dijo que por ahora no hay presencia del virus en cursos cloacales ni en aguas superficiales.