A sus 34 años, el nombre de Valeria Juárez ocupó títulos de diarios y portales de todo el país. No por consecuencias directas de los incontables ataques que sufría por parte de su ex pareja, en un país donde, en lo que va de 2020, ya se han producido casi 82 mil llamados denunciando situaciones de violencia de género a través de la línea gratuita del número 144.

Valeria Juárez, madre de tres niñes, fue noticia por ser parte de una acción reparadora y ejemplar emprendida por un Estado al que tantas veces se percibe lejano en situaciones de urgencia.

Su caso permitió al municipio de Santa Rosa, capital de la provincia de La Pampa, convertirse en el primero del país en incorporar a una mujer en situación de violencia a la planta municipal para ocupar el lugar de trabajo de su victimario.

Fue posible a través de la Ordenanza 6305, sancionada el 27 de enero de este año por el Concejo Deliberante de Santa Rosa, ejemplo de políticas de reparación con perspectiva de género. 

Ahora Valeria ocupa el puesto de trabajo de su ex pareja, Héctor Mendoza, en la municipalidad de Santa Rosa. El desenlace llegó luego que quedara firme la sentencia por violencia de género contra el agresor, razón por la que además resultó exonerado del municipio.

"La situación de las mujeres víctimas de violencia de género demandaba resolución. En ese contexto, se avanzó disponiendo que el agente municipal que reciba una sentencia firme por violencia de género será exonerado y la víctima que así lo requiera,podrá hacer uso de la vacante", explicó a Télam Gabriela Bonavitta, directora de Políticas de Género y Diversidad.

"Es una política con perspectiva de reparación, sobre todo por la posibilidad de acceder a un empleo estable, partiendo de que estadísticamente las mujeres y disidencias sexuales somos las más perjudicadas en el campo laboral, no accedemos de la misma manera que los varones heteros y hay una desigualdad salarial por igual tarea. Muchas veces la dependencia económica suele ser un impedimento para cortar el vínculo con el agresor", amplió la funcionaria.

"La peor"

Valeria nació y vivió en Santa Rosa. Es madre de tres hijos, los dos primeros de su primera pareja y la más pequeña de la última.

En diálogo con la agencia estatal de noticias, la mujer recordó que con el padre de sus hijos mayores también sufrió violencia: "Todo el tiempo me hacía sentir la peor, me acusaba de prostituirme con todos los hombres que conocía y no había manera de hacerle entender que estaba equivocado", comentó.

Tras separarse, comenzó una relación con Mendoza, quien vivía en la casa contigua, junto a un pequeño hijo también concebido en una relación anterior.

Meses después ella quedó embarazada. La llegada de un nuevo niño parecía auspiciar un mejor porvenir. Sin embargo, lo que comenzaría sería un sinfín de situaciones violentas 

Ni denuncias, ni restricciones domiciliarias; ni siquiera la tobillera electrónica. Tampoco un par de demoras en dependencias policiales. Nada ponía fin a los ataques de Mendoza. Ni siquiera la distancia física que tomaba Valeria

A eso se sumó un juicio, dado que él sostenía que la pequeña no era hija suya. Luego que el cotejo de ADN determinara lo contrario a lo que afirmaba inició un proceso reclamando la tenencia de la menor.

En ese contexto pidió ayuda psicológica, acudiendo al equipo interdisciplinario de género de la municipalidad. Luego comenzó a relacionarse con integrantes de la Corriente Clasista Combativa (CCC) de la Asociación de Trabajadores Estatales (ATE), que ciertamente fueron para ella "los y las pilares que la ayudaron a salir adelante".

Sana y con vida

Hoy, su situación parece bien distinta. Con trabajo estable y una gran red de contención tejida alrededor camina hacia anhelos que parecían diluidos entre gritos y golpes.

"Comencé el jueves pasado. Estoy recontenta, feliz. Es un final que realmente no esperaba. Es un gran cambio de vida, una oportunidad para proyectar un futuro mejor con mis hijos. El tema de proyectar y soñar estaba dormido, tras tantos años de lucha constante", expresó a Canal 10.

"Yo no tenía vínculos con él desde 2013, sólo mi hija. Desde ese año lo denuncié. Mi vida se basaba en querer escapar de esto. Salir, medianamente bien y sana. Salir con vida. No esperaba poder ocupar un lugar de trabajo. Esto ha tenido un gran impacto para mí", añadió.

"Yo hice siempre las cosas como se tienen que hacer. Denuncias como te dicen en la Justicia y en la Policía. Todos estos años recibí asistencia psicológica para poder abordar el tema desde otro punto de vista. Vivía con miedo. Vivía encerrada. A veces ni siquiera llevaba los chicos al colegio. El miedo me manejaba. No lograba más que una restricción, que no te da seguridad. Intentamos por muchos medios frenarlo, pero no había caso", remarcó a Crónica del Mediodía.

Tras un hecho en que Márquez empleó un cuchillo llegó la demorada condena. Además de implicar una inmediata eyección de la órbita pública, el violento dejó un lugar que ahora ocupa, ni más ni menos, aquella mujer a la que quiso destruir de tantas maneras. Una mujer que ahora tiene horizonte y proyectos. Una mujer que ya no teme.

Con información de Télam.