Imprenteros, comunistas y "burreros": la banda que falsificaba dólares en Córdoba
Fueron condenados 6 integrantes de una banda dedicada a falsificar pesos y dólares. La pericia artesana y la calidad de los billetes activó las alarmas del gobierno de los Estados Unidos. No es la primera causa por la que son juzgados. En la cárcel, fueron recibidos como heroes.
Seis integrantes de una banda dedicada a falsificar dólares y billetes nacionales en Córdoba fueron condenados este jueves por el Tribunal Oral Federal N°1. El grupo fue desarticulado en 2015 y este es el segundo juicio que se realiza a sus integrantes, un puñado de veteranos imprenteros que habían montado talleres para la fabricación de billetes de “muy buena calidad”, en los barrios Pueyrredón y Rosedal de la ciudad de Córdoba.
La caída comenzó el 19 de agosto de 2015, cuando Luis “Gordo” Guzmán, líder de la banda, cometió el error de hacer él mismo una entrega de 306 billetes de 100 pesos falsos, en un bar de Humberto Primo y San Martín. En realidad, lo venían escuchando desde hacía un año y medio, en lo que los investigadores llamaron la operación “Operación Bens” –por Benjamín Franklin, el prócer estadounidense que ilustra los billetes de 100 dólares. A su detención, le siguieron 17 allanamientos en Córdoba, Río Cuarto, Tucumán, Jujuy y Salta.
Pese a todo, sus billetes siguieron circulando varios años más. Por eso, en el juicio llevado a cabo la semana pasada, se juzgaron hechos de 2016 y 2017. Esta vez, además de Guzmán, condenado a 6 años por “falsificación de menuda de curso legal”, también fueron hallados culpables de los delitos de “encubrimiento” y “puesta en circulación” Eduardo Víctor Crapa, Juan marcelino Ludueña, Eduardo Pilla, Fabián David Pilla y Osvaldo Omar Caffaratti. La carátula lleva el nombre de Zenón Orellana, viejo conocido de Guzmán, encargado de la puesta en circulación de los billetes en el hipódromo. Pero Orellana, sigue prófugo. Según consta en las escuchas, Orellana le pedía “nacionales” y “verdecitos” a Ramón “Camerún” Castro. La entrega se hacía en el hipódromo, porque Camerún era cuidador de un stud y Orellano un empedernido apostador en las carreras de caballos.
La calidad de los billetes llamó la atención en 2015 de la United States Department of Homeland Security de Estados Unidos, que envió a Córdoba a tres agentes para entrevistarse con el juez Vaca Narvaja para interiorizarse de la causa y observar “el cuerpo del delito”. Los agentes admitieron que los dólares eran “de bastante buena calidad”, según aseguraron las autoridades judiciales en su momento.
El fuego donde arden los billetes
La historia podría resumirse más o menos así: un grupo de obreros gráficos caídos en desgracia y aficionados al turf, con casi nula experiencia delictiva y recurrentes problemas económicos, familiares y de salud, como a veces ventilaban en las conversaciones telefónicas intervenidas, la mayoría (salvo uno) “analfabetos”, se las ingeniaron para construir una prometedora pyme artística y tecnológicamente sustentable. Pero el 30 de mayo de 2015 Sergio Guzmán cometió el error de hacer un asado en la misma parrilla chulengo donde incineraba los billetes fallidos, al que invitó a su amigo Sergio Leonardo “Padre David” Costigliolo, a Eduardo Víctor “Amigacho” Crapa y a Carlos Walter “Padre Carlos” Vich. Los cuatro tenían celulares de AMX Argentina SA (Claro) y la Policía consiguió el rastreo del lugar por parte de la empresa.Cuando el 19 de agosto allanaron la casa de Ponce de León 2472 en el barrio Rosedal, los funcionarios judiciales se encontraron con un sofisticado equipamiento destinado a reproducir las imágenes, sellos de agua y medidas de seguridad de pesos argentinos y dólares estadounidenses: una docena de impresoras de distintas marcas, modelos y funciones; una computadora con software para imprenta; prensas, guillotinas, una mesa de vidrio con tubo fluorescente; toda clase de insumos y tintas para serigrafía; gran cantidad de papel símil moneda - en especial el costoso papel de maíz utilizado para los dólares-, pistolas de calor y estantes para el secado de las impresiones. Además, se secuestraron 65 mil dólares falsos y cinco cheques de bancos privados.
En Suipacha 1624 del barrio Pueyrredón se detectó un segundo taller, donde se realizaban los últimos pasos del proceso de falsificación. La casa de Suipacha 1624 era el domicilio de Víctor Hugo “Pipón” Álvarez, otro ex obrero gráfico de 65 años, auxiliar de Guzmán en la fase de impresión. El ex albañil Crapa, 61 años, habría sido el encargado de adquirir los equipos e insumos.
En el taller de barrio Pueyrredón también fue detenido Sergio Costigliolo, 56 años, porteño, comerciante de artículos de librería, papelería y oficina, ex dirigente sindical y político, apuntado como responsable de la logística de la banda. En su bolso, la policía halló 13.147 pesos, tres teléfonos móviles, dos tarjetas de memoria y un sello de la Organización Barrial Tupac Amaru.
Costigliolo fue militante del Partido Comunista, dirigente de la Unión Obrera Gráfica de Córdoba y miembro del Movimiento Territorial de Liberación que conduce Carlos Chil. Una nota del diario Clarín sostenía (a base de una fuente en off) que había financiado el asentamiento de la organización Tupac Amaru con billetes de la fábrica de Gusmán.
En la cárcel Costigliano recibió al periodista Alexis Oliva y le contó que, al ingresar al pabellón, los integrantes de la banda fueron recibidos con aplausos. “No, muchachos, por favor. No somos ejemplo de nada”, dijo Sergio Costigliolo. “Nosotros somos delincuentes comunes. ¡Ustedes son muy grosos!”, elogió un preso. El ahora condenado, negó que el dinero falso haya financiado las actividades de la organización.