Investigadores del Observatorio Astronómico de Córdoba encontraron siete estrellas enanas blancas dentro de nebulosas planetarias. Esta proeza científica se llevó a cabo tras dos años de investigación.

Las enanas blancas son estrellas muy difícil de detectar. Por ejemplo, en la Vía Láctea, nuestra galaxia, solamente se conocen 30 de un total de 250 millones de estrellas.

Los investigadores autores de los descubrimientos son: Javier Ahumada (OAC-UNC), Walter Weidmann (OAC –UNC- Conicet), Marcelo Miller Bertolami (Instituto de Astrofísica La Plata – Universidad Nacional de La Plata – Conicet) y Leila Saker (OAC-UNC).

Como es muy difícil detectar estos cuerpos, los investigadores utilizaron dos telescopios gemelos, de ocho metros de diámetro, denominados Gémini, uno ubicado en Chile y otro en Hawaii, Estados Unidos. Los telescopios pueden ser utilizados por países integrantes del consorcio. Argentina, como miembro, puede utilizar ambos aparatos por un total de 80 horas al año.

"Para obtener tiempo de observación, armamos una propuesta que compitió con otras y finalmente –en el lapso de dos años– logramos observar completamente siete objetos previamente seleccionados”, explica Weidmann a UNCiencia.

Cómo se investigó

La investigación se dividió en dos etapas:

1) Reducir la zona de búsqueda

2) Realizar observaciones con la técnica espectroscópica y catalogar las estrellas halladas

En la primera etapa, los investigadores decidieron realizar la búsqueda en 20 nebulosas planetarias. Como criterio, seleccionaron la más grandes y débiles, características de nebulosas viejas. “Si bien este criterio no es totalmente correcto, es el que decidimos aplicar", aclaró el investigador.

En base a trabajos anteriores, el equipo fotografió con el telescopio siete cuerpos que tenían características similares a una enana blanca.

Para confirmar la hipótesis, utilizaron espectroscopia para observar la banda infrarroja del espectro de luz. Basado en los conocimientos de espectroscopía y distintos modelos, los investigadores confirmaron que las siete candidatas son estrellas enanas blancas.

“Pudimos determinar su temperatura, su gravedad superficial y comparar los valores obtenidos con los predicho por los modelos de evolución estelar. Cuatro de ellas son ricas en hidrógeno”, explicó Wiedmann.

No obstante, los datos obtenidos en las observaciones no respetan del todo los modelos astronómicos por lo cual la investigación tiene dos caminos: ajustar los modelos de evolución de las estrellas o refinar los modelos para determinar temperatura y gravedad de estas estrellas.

“Imagínense cuántos primates habrá observado Darwin –y los numerosos biólogos posteriores– para formular la teoría de la evolución humana. Pues con solo 30 enanas blancas conocidas es muy difícil sustentar un modelo evolutivo para la estrellas”, concluye Weidmann.