El último relevamiento realizado por la Oficina de Asesoramiento sobre Violencia Laboral (OAVL) arrojó datos importantes acerca de la concentración de la violencia laboral en la actividad de salud. Es así que, durante el 2021, el 22,1% de las denuncias que recibió el organismo fueron realizadas por trabajadores que se desempeñan en establecimientos de atención sanitaria. Hace ya varios años que ocupan el primer lugar en las mediciones, pero los efectos de la pandemia profundizaron la situación.

Los datos reflejan que durante el período que comprende los meses de enero a julio de 2021, la OAVL recibió 865 consultas para asesoramiento. De estas, el 65% fueron hechas por mujeres, mientras que un 32% las realizaron varones. 

Los casos de violencia psicológica representan el mayor porcentaje de denuncias, seguidas por las de acoso sexual.

El médico clínico y comunicador en salud, Adrián Rosa, destacó que la violencia para con el personal de salud se profundizó durante la pandemia, y que “lamentablemente el trabajo de los profesionales de la salud está desvalorizado y desprestigiado”. Agregó además que no se reconoce el esfuerzo “desde lo económico ni desde lo social” y esto se refleja en la “profundización de la precarización laboral”.

Las formas de violencia y sus consecuencias

Si bien la violencia externa, de pacientes hacia el personal de salud, se agudizó en el último tiempo, también las agresiones internas entre profesionales generan situaciones críticas en los espacios laborales. Así lo observó Edith Capdevilla, de la Asociación de Trabajadores de Sanidad Argentina (ATSA) filial Córdoba, quien agregó que esto se evidencia en los rangos medios de trabajo donde la violencia es ejercida de arriba hacia abajo y entre compañeros. Situación que se agravó debido al estrés y el cansancio que enfrentaban diariamente durante los picos de contagios.

En este sentido, se resalta que aproximadamente un 10% de las denuncias corresponde a agresiones ejercidas por un par o compañero de trabajo. Aunque más allá del rango desde el que provenga la agresión, el 72% de los denunciados son varones y el 28% mujeres. Quienes, en todos los casos, son las más vulnerables a ser blanco de actos de violencia externa o interna.

Por otro lado, la licenciada en psicología y asesora de la línea nacional 137 contra la violencia, Cecilia Castillo, se refirió a los diversos efectos generados por la situación laboral que impuso la pandemia. Entre ellas se destacan el estrés postraumático, la neurosis de ansiedad y el síndrome de burn out. Este último, también es conocido como ‘síndrome de desgaste laboral’, refiere a un estado de agotamiento mental, emocional y físico que se presenta como resultado de exigencias agobiantes, estrés crónico o insatisfacción laboral. Si bien no es una enfermedad en sí, es detonante de otras más graves que afectan a salud física y mental del trabajador.

Sumado a esto, el problema se agrava si las situaciones de violencia se prolongan en el tiempo, ya que afectan directamente en los niveles de satisfacción laboral, e impacta en la calidad de vida del trabajador. “A pesar de esto, algo positivo a destacar es que el personal de salud se está animando a venir a terapia, y eso es algo que antes no sucedía”, observó.

En cuanto a la situación de los trabajadores del sistema de salud, hay coincidencia respecto de un abordaje integral para mejorar la realidad actual. Profesionales del campo destacan la importancia de articular políticas públicas que permitan concientizar sobre el rol esencial del personal sanitario, no sólo para mejorar su situación laboral sino también la calidad del servicio ofrecido a la población en general.

(Nota producida en la materia Redacción Periodística 1 de la FCC)